Almería

La sequía disminuye la producción de miel

  • El tratamiento de este manjar requiere precacuciones porque se gesta entre un enjambre de abejas

  • 80.000 abejas concentradas en las colmenas durante su esplendor

La apicultura es una de las actividades más desconocidas, pero adentrarse en la producción de miel puede convertirse en una labor nada desdeñable, especialmente cuando se trabaja entre un enjambre de abejas. Juan Alférez comenzó a tratar colmenas a la edad de ocho años, cuando un tío materno le regaló la primera pieza para elaborarla en madera. Con la excusa de extraer miel para consumo propio, fue adquiriendo diversos abejeros y una década después ya contaba con 70 unidades. Tal es su pasión por el mundo de la apicultura que ni una picadura casi mortal consiguió apartarle de su pasatiempo: "Padecía alergia a la picadura de abeja y en una ocasión estuve a punto de marchar al otro barrio, lo que me obligó a alquilar las colmenas para no desprenderme radicalmente de esta tarea". Hoy, 35 años después y con la jubilación en el horizonte, posee 200 colmenas en la finca Santillana, uno de los espacios naturales más atractivos de Almería, ubicado en el término municipal de Abla.

Lo cierto es que un día, cansado de que otros empleados se ocuparan de sus colmenas, Alférez decidió introducirlas en su invernadero, aunque le suponía un peligro para la salud. Para poder continuar, pasó diez años vacunándose en Córdoba, tratamiento que le ha permitido conservar esta faena de distracción: "Vengo al campo y me libero del estrés que implica el día a día, aquí no tengo cobertura y eso me deja disfrutar de la naturaleza", asegura con buen humor. La causa de la hiperactividad no es otra que la gestión de tres hectáreas de invernadero y la presidencia de una comunidad de regantes. Sin embargo, no se plantea el descanso: "Cuando llegue el momento, me jubilaré parcialmente para continuar con la apicultura".

Se prevé la producción de 1.000 kilogramos de miel, frente a los 5.000 del pasado año

Las condiciones laborales son exigentes, principalmente entre el1 de marzo y el 31 julio, el período que establece la recogida de la miel. Alférez inicia la jornada a las cuatro de la madruga con una tabla de ejercicios para rehabilitar su maltrecha columna y antes de las siete ya se encuentra inmerso en la colecta. El motivo es que a partir de las 12 horas es "imposible" estar en el campo porque se transforma en un auténtico "horno": "Hay días que duermo una hora", relata. Por suerte, este cometido lo hace acompañado de Gabriel Callejón, un joven de 42 años que cambió las competiciones de todoterrenos por las colmenas: "Juan me enganchó a este mundo y he cambiado el coche de campeonato por el de campo, me lo enseñó todo".Tanto es así que Callejón se ha planteado la posibilidad de programar charlas en centros educativos para concienciar sobre la importancia de esta industria. No obstante, solicita el apoyo de la universidad para avanzar en la investigación de la genética.

Pero el futuro está en el aire. Las generaciones nuevas se resisten a participar en la producción de miel. De hecho, Alférez es consciente de que ninguno de sus tres hijos seguirá con la tradición familiar: "La única esperanza que me queda es mi nieto que ahora tiene un año y medio, es mi ilusión". El tratamientode las colmenas requiere paciencia y constancia, y uno de los componentes fundamentales es el agua. Por eso, la sequía de esta temporada ha provocado una disminución drástica de la producción. Mientras que la campaña pasada produjo alrededor de 5.000 kilogramos de miel, las estimaciones de este ejercicio no superan el millar. Almería y Granada, al contrario que en 2017, han sido las zonas que más han acusado este desgaste, frente al éxito que ha tenido el levante valenciano. Un dato que también viene marcado por el aumento exponencial del número de abejas en el entorno. Cada colmena, cuando vive su etapa de esplendor, tiene capacidad para contener hasta 90.000 abejas. Pero las flores, elementos que polinizan estos insectos, son limitadas, lo cual genera que el reparto se divida en más porciones y, por tanto, haya menos materia prima.

Otro factor que marca el bienestar de las colmenas es la altitud. Cada cierto tiempo van rotando de lugar e incrementan la cota para buscar las condiciones idóneas. También cuando los paneles están rebosantes de miel es necesario "castrar", es decir, extraer el manjar dulce. La finalidad es evitar que las abejas se asfixien. El punto ideal para la sustracción lo marca el sello de los paneles. Una vez que se cumple este requisito, hay que proceder a la castración. De lo contrario, se puede enmohecer, lo cual supondría la pérdida de la elaboración. Sin duda, es un trabajo con insuficiente valoración ya que su grado de conocimiento es escaso. Sin embargo, precisa un conocimiento profundo. Tanto como las medidas de prevención, que permiten obrar entre una infinidad de aguijones.

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