Almería

Hasta siempre, querido profesor

Cuando el lunes 28 de julio, a las 10 de la mañana recibí la llamada telefónica de Pedro María Soto, amigo, e hijo de Jacobo Soto Carmona para comunicarme el fallecimiento de su padre, se me entristeció el alma. Fue el profesor que marcó mi vocación por las letras y me hizo descubrir la literatura, condicionando mi elección por los estudios de Filología Hispánica. Aunque profesionalmente no me he dedicado a la enseñanza de la literatura, sí me ha dado una especial visión de la vida y cierta sensibilidad social, que ha sido muy útil en el ámbito en el que trabajo.

D. Jacobo, quiero expresarle, en este triste día, mi agradecimiento personal, por lo que ha significado para mi trayectoria educativa y formativa. Tuve la suerte de iniciar mis estudios con usted como maestro en el curso 1969/70, cuando cumplí seis años. Impartía clase en una escuela unitaria en el Llano del Espino, barrio de Albox en el que nací, y en el que recibí sus enseñanzas durante un año y medio. Los oriundos de esta pequeña aldea le llamaban "el Maestro" en el más amplio sentido del término, pues no sólo ejerció como docente en esta barriada de gentes humildes y de muy bajo nivel cultural, sino que atendía gustosamente todo tipo de consultas de los vecinos, relacionadas con trámites administrativos o problemas de cualquier índole.

Años más tarde, después de las riadas de 1973, que desgraciadamente se llevaron el Colegio "Velázquez" de Albox, en el que estudiaba, deambulamos por varios sitios del pueblo como la sacristía, los bajos de los pisos de los médicos, el hogar parroquial, pero tuve el privilegio de continuar recibiendo sus clases durante los cursos 6º, 7º y 8º. Por aquel entonces, a través de usted, conocí los primeros versos de Antonio Machado y Miguel Hernández, poetas por los que siento profunda admiración.

Quiso la fortuna nuevamente que me diera clase de literatura en segundo de BUP. Su amor al estudio, su afán de superación y su brillante expediente académico le valieron para obtener del Ministerio de Educación, una Licencia por Estudios, que llevaba consigo su relevo de la escuela por un sustituto oficial y el percibo del sueldo como si estuviera en ella; y lo más importante su envío a la Universidad para cursar la Licenciatura.

Se licenció pues D. Jacobo en Filología Románica como alumno oficial en la Universidad de Murcia. Hizo oposiciones libres, no restringidas, y salió como Profesor Agregado de Lengua y Literatura Españolas del Instituto de Albox. En este centro fue profesor, secretario, jefe de estudios y director. Después obtuvo la condición de catedrático.

Recuerdo, cuando en una clase de literatura en 2º de BUP, nos hizo memorizar en castellano antiguo aquel elogio del saber que hacía D. Juan Manuel, sobrino del Rey Sabio.

"La mejor cosa que omne (hombre) puede aver (tener) es el saber… por el saber es el omne apartado de todas las animalias… et por el saber se onran et se apoderan et se enseñorean los unos omnes de los otros".

Conocí a través de sus clases magistrales, cómo la Guerra Civil Española acabó con grandes figuras de la literatura, con Antonio Machado en el exilio, quien moriría unos años después, fusilamiento de Federico García Lorca y encarcelamiento de Miguel Hernández, quien moría en el 1943 tuberculoso en la cárcel. A lo largo de este curso tuve la oportunidad de disfrutar de las páginas más bellas de la literatura a través de sus clases y acabé memorizando al salir de una clase suya, poesías tan bellas como "el niño yuntero" de Miguel Hernández, poema de un profundo contenido social. El protagonista, un niño que como el poeta tiene que trabajar en el campo desde muy temprano, arando y padeciendo fatiga, hambre y marginación. Usted leía el poema con pasión, fuerza e indignación ante tanta injusticia social, identificándose con la época tan difícil que le tocó vivir.

En su labor como docente convertía cada clase que impartía en una lección magistral, porque poseía las dos cualidades que Unamuno atribuía al buen profesor, "saber y saber enseñar". Siempre nos decía que el saber es uno de los pocos placeres que el ser humano puede disfrutar y cultivar toda la vida.

El afán de superación ha sido una constante en toda su vida. Le tocó vivir la etapa histórica más nefasta del siglo XX, naciendo en plena Guerra Civil. Su niñez, adolescencia y juventud transcurrieron en los años de la postguerra; tiempos difíciles, sobre todo para familias de condición humilde como la suya.

En los últimos años ha publicado varios libros, concediéndome el inmenso honor de escribir el Perfil Biográfico del Autor en la obra "Albox en el Recuerdo", un libro que consta de tres partes: en la primera inmortaliza sesenta años de la historia de nuestro pueblo a través de una serie de estampas sobre las costumbres, profesiones, la educación, la industria, el deporte; en la segunda, otorga un merecido reconocimiento a personas ilustres de ayer y de hoy, que han prestigiado el nombre de nuestro pueblo y la última culmina con 6 magistrales sonetos que elevan a lo sublime a nuestra tierra y sus gentes.

En la última década ha estado vinculado a la Asociación de Personas con Discapacidad "El Saliente", entidad que presido, participando en muchas de las actividades que hemos organizado y publicando artículos y poemas en nuestra revista "Punto de Apoyo". Su preocupación por las personas más vulnerables, su sensibilidad social y su afán de superación, le hicieron ser merecedor de una distinción que le otorgó la Junta Directiva de la Asociación y que se le entregó el Día 3 de diciembre de 2013, en el que clausuramos el XXV Aniversario y celebramos el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Parafraseando a Miguel Hernández en la Elegía a Ramón Sijé: "Un manotazo duro, un golpe helado / un hachazo invisible y homicida / un empujón brutal te ha derribado".

Su memoria y su legado van a perdurar a lo largo de los tiempos, ya que usted ha sido una de las personas ilustres de Albox en el último siglo. ¡Hasta siempre querido profesor!

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