Almería

"En la sonrisa de los niños se encuentra la alegría de vivir"

  • Betty se siente más identificada con 'Bettyna', el payaso de rosa y amarillo, que viene a bailar, cantar y contar cuentos a los más pequeños en sus animaciones

Arco iris en el pelo de colores, la nariz que alumbra como el Sol, vestida de rosa y amarillo, y hasta parece una flor. ¿Quién es? Y todos los niños gritan entonces al son de la canción: "¡Bettyna!" ¿Y quién es Bettyna? Es una mujer cubana de 33 años que vive de hacer reír a los más pequeños. Hasta ha grabado su propia canción, ha fabricado su propio logo y su vestuario característico para que todos sepan quién es.

Betty, la segunda personalidad de Bettyna y, en realidad, el nombre que registra su documento de identidad, vino a España en 2000 para ver a su hermana hasta que, en 2005, pudo encontarse con su marido y empezar una nueva vida: "Morgan es mi tesoro, me apoya en todo e, ¡incluso me imita y también se ha hecho payaso!", comenta ilusionada mientras enseña fotos donde sale disfrazada de Bettyna y Morgan de Chiquitín, el payaso que le acompaña muchas veces. "El trabajo se hace más ameno con él", añade con una gran sonrisa.

Desde muy pequeñita Betty lleva haciendo pinitos en el mundo artístico: "Mi madre me llevó a hacer actividades de pintura en el museo napoleónico de La Habana con sólo 3 años. Siempre he sido muy extrovertida y en el colegio me apuntaba a hacer cualquier actividad de baile, de canto, de pintura..." Betty ha estudiado artesanía, diseño, manualidades y servicios sociales mientras también hacía danza: "En 1999 me trasladé a Méjico para ejercer como profesora de danza durante un año en la escuela Marie Ballet. Más tarde volví a Cuba y estudié guión, producción y dirección artística", añade. Fue poco después cuando vino a España: "Lo pasé muy mal intentando adaptarme, haciendo trabajos que no me gustaban, pero me encontré con gente muy buena que me ayudó y me animó a hacer lo que de verdad sé hacer".

En 2003 y gracias a una amistad de su hermana tuvo su primera actuación en hoteles de playa para realizar animaciones con los niños. Se enamoró de este trabajo que en Cuba ya hacía: "Allí íbamos un grupo de payasos a hospitales para animar a niños enfermos de cáncer. Siento la necesidad de hacerles reír. Soy muy exigente con mi trabajo y prefiero la calidad, hacerlo bien, conseguir que se lo pasen bien. El tiempo me da igual". Betty reconoce que hay que tener vocación para este trabajo: "Estoy en mi mejor etapa en este momento. Quiero dedicarme a la animación toda mi vida".

La globoflexia, los bailes, el teatro... todo lo que Betty ha aprendido en su vida se lo ofrece a los niños a cambio de sus sonrisas.

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