Andalucía

Educación en la pandemia: de la brecha digital al estrés tecnológico

  • La pandemia amenaza a la comunidad educativa por el mal uso de recursos técnicos que se hacen indispensables

Una profesora de instituto dando clases por videoconferencia en Huelva.

Una profesora de instituto dando clases por videoconferencia en Huelva. / Alberto Domínguez

La enseñanza en los tiempos del Covid, que vació las aulas al inicio de la pandemia y dejó al descubierto el problema de la brecha digital, corre ahora el riesgo de convertir a los miembros de la comunidad educativa en víctimas del llamado tecnoestrés por un mal uso de los recursos tecnológicos.

Distintos miembros de la comunidad educativa consultados por Efe coinciden en que el uso de las nuevas plataformas habilitadas para la comunicación entre profesores y alumnos, y también con los padres, se ha disparado, pese a la vuelta a las aulas, lo que resulta beneficioso porque refuerza los vínculos, pero también aumenta el riesgo de una mala praxis.

“Da igual la hora del día, si es festivo o laborable, se utilizan indiscriminadamente y hay alumnos que caen en la más absoluta irresponsabilidad”, resume un profesor de instituto de un pueblo de Andalucía, quien asegura que a veces son los padres los que preguntan, por ejemplo, cuál es el temario de un examen fijado para el día siguiente porque sus hijos se desentienden. Pese a que está establecido, como siempre, un día a la semana para que los tutores atiendan las consultas de los padres, por ejemplo sobre las notas, no todos lo respetan, y algunos piden explicaciones vía internet en cualquier momento.

Aunque los alumnos regresaron a las aulas en septiembre, un 72,98% de los centros públicos, según un informe de la Consejería de Educación, optaron por la organización curricular flexible. La mayoría escogió la modalidad semipresencial en sus distintas variantes para los alumnos a partir de 3º de la ESO en un curso en el que se han distribuido nuevos equipos informáticos para garantizar la educación a distancia.

La modalidad semipresencial implica que los estudiantes van rotando –en algunos centros, la mitad acude a clase las tres primeras horas y la otra mitad asiste las tres últimas–, de modo que los profesores de cada asignatura deben atender a los que vienen y a los que realizan sus actividades desde casa. El problema de la semipresencialidad es la dificultad de impartir los mismos contenidos que en un curso normal porque al asistir sólo la mitad de los alumnos hay que repetir los temas dos veces y se avanza más lentamente, aunque todo depende de la “habilidad” del profesor y de los alumnos.

Este sistema supone, en general, menos trabajo para el alumno y una sobrecarga laboral para el docente, que además de las clases presenciales y el seguimiento de las actividades que realizan en casa, elaboran resúmenes para avanzar y atienden todo tipo de consultas telemáticas, explica otro profesor de instituto de una capital de provincia. En este centro, las clases son presenciales en todos los niveles, pero las familias siguen utilizando masivamente las plataformas y el correo electrónico.

La opinión de los padres

Así lo reconocen a Efe varias madres de alumnos, algunos de ellos de colegios concertados con clases presenciales, que aseguran que las comunicaciones con el tutor son más rápidas y defienden que los medios telemáticos “han venido para quedarse”. “Las plataformas son un buen instrumento, pero un 99% de la enseñanza debe basarse en lo que se imparte en clase”, asegura el docente, que alerta del “brutal sobreesfuerzo”, por no decir “esclavitud”, que supone la extensión de los medios telemáticos en el ámbito educativo, no solo para los profesores, sino para el propio alumnado, que tiene que estar pendiente de los mensajes que le llegan con actividades.

En las universidades públicas andaluzas también se han notado los cambios provocados por la pandemia; algunas no han cedido a las presiones del alumnado y han optado por los exámenes presenciales, mientras que otras decidieron mantener la docencia virtual y los exámenes telemáticos como regla general. “Los alumnos no entienden que no eres un youtuber aunque tengas que comunicarte por una camarita”, señala, y agrega que estar en el aula implica “una cierta liturgia, unos rituales que llevan aparejado el principio de autoridad y eso se está perdiendo porque no es lo mismo dar clases en el edificio de la Universidad, que en la habitación de tu casa; la escenografía es importante también en la docencia”, subraya.

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