Francisco Ballester Almadana / Abogado, socio de honor de Cuatrecasas

“Antes éramos todoterrenos, ahora hay una superespecialización”

Francisco Ballester, socio de honor de Cuatrecasas.

Francisco Ballester Almadana (Sanlúcar de Barrameda, 1944) es actualmente socio de honor de Cuatrecasas, firma en la que se integró con éxito el bufete Olivencia Ballester en el año 2006. El veterano abogado, que fue elegido Best Lawyer of the Year en 2018, recibe a este periódico en la nueva sede de Cuatrecasas en la novena planta de Torre Sevilla y en vísperas de la junta general de socios que el bufete celebrará la próxima semana en Sevilla y en la que participarán los 230 socios de la prestiogiosa firma.

–¿Tengo entendido que se jubila después de toda una vida dedicada al Derecho?

–Me jubilo del despacho en el sentido de que no voy a tener ya una presencia física salvo para temas específicos puntuales en los que los compañeros quieran que les ayude. Vendré puntualmente para algún tema específico de alguna ayuda, algún consejo, pero no para estar toda el día en la trinchera.

–¿Cómo fueron sus inicios en el mundo del derecho y su llegada al despacho de Manuel Olivencia?

–Yo terminé la carrera en el año 1966, me casé pronto en el 67 y me fui a Sanlúcar de Barrameda. Mi padre era abogado, pero también era empresario cinematográfico, y me vine a mi pueblo para llevar los negocios de mi padre. Estuve allí desde el año 67 hasta el 70, año en el que vino a verme un día mi amigo Guillermo Jiménez Sánchez, que fue vicepresidente del Tribunal Constitucional, catedrático de Derecho Mercantil, y él me dijo que don Manuel Olivencia, yo había sido alumno suyo, quería una persona de mi perfil para incorporar al despacho. Y así fue como el 30 de noviembre de 1970, día de San Andrés, empecé a trabajar con don Manuel en su casa, porque entonces tenía el despacho en República Argentina, donde una parte de su casa la tenía dedicada al despacho. Era un despacho muy personal, estaba él solo con Francisco Hidalgo, que entonces no era todavía abogado, y también estaba Francisco de la Cueva, cuya labor yo sustituí en parte. Y estuvimos juntos hasta su fallecimiento. Yo he estado con don Manuel casi 50 años.

"Tuve en frente a Felipe González en asuntos laborales: era un gran abogado y muy conciliador”

–¿Cómo describiría esa trayectoria profesional junto a Olivencia?

–Como un privilegio. Estábamos todos los días trabajando codo con codo en todos los temas, y en principio llevaba temas de un nivel internacional. Con el catedrático Joaquín Garrigues, el maestro de todos los mercantilistas, estaba llevando el tema de la Barcelona Traction, una quiebra en Cataluña, y tenía que hacer intervenciones en París, en Suiza, y había equipos de 20 abogados. Enfrente teníamos a don Rodrigo Uría. Ese tipo de asuntos te dan una experiencia y un nivel que si yo no hubiese trabajado con él no tendría. Ha sido un privilegio trabajar con él desde el primer día, por el tipo de temas que llevábamos, sobre todo de tipo mercantil y contencioso-privado, llevábamos algún tema público. Recuerdo algún procedimiento con mi otro gran maestro, Manuel Clavero, y teniéndolo en frente y claro a mí me temblaban las piernas. La verdad es que ha sido una experiencia diversa y única.

Francisco Ballester en un momento de la entrevista. Francisco Ballester en un momento de la entrevista.

Francisco Ballester en un momento de la entrevista. / juan carlos muñoz

–¿En qué ha cambiado el Derecho desde que usted comenzó a ejercerlo?

–Ha cambiado mucho en el sentido de que antes éramos todoterreno llevábamos todo tipo de temas, incluso penales, porque entonces el turno de oficio era obligatorio, no como ahora que es voluntario. Antes al darte de alta, tenías la obligación de llevar el turno de oficio. En materia laboral, recuerdo que Felipe González estaba en Capitán Vigueras y lo he tenido en frente en juicios laborales. Felipe González además de un gran abogado era un hombre muy conciliador, se podía digamos llegar a acuerdos razonables. El Derecho ha cambiado en que antes teníamos una formación de casi todas las ramas del derecho, tenemos que hacer de todo incluso yo he tratado temas de fiscalidad internacional, mientras que ahora lo que hay es una superespecialización, que eso tiene su ventaja porque lo exige al mercado, pero el abogado debe tener una base de una formación amplia, lo más amplia posible porque que si nada más que sabes de un tema te hablan de cualquier otro tema y parece que es chino. Yo creo que eso es un defecto porque, por ejemplo, nosotros en Cuatrecasas lo tenemos muy claro y lo hemos abordado de forma que aunque hay alguien que quiera una especialización en Fiscal, Mercantil o Público tiene que hacer una rotación previa por otras áreas y después puede decidir por lo que se vea más capacitado, pero hacemos una rotación de forma que haya una formación más integral. Si no, la especialización es excesiva y eso restringe un poco incluso la seguridad, porque cuando tú estás discutiendo un tema profesional salen temas laborales, y tiene que llamar a compañeros de otras áreas. Es muy necesaria la especialización, pero al mismo tiempo es fundamental tener una formación más variada, más integral, incluso más humanística y cultural que es absolutamente necesaria de cara al futuro.

–¿Cómo recuerda la integración del bufete Olivencia-Ballester en Cuatrecasas en el año 2006?

–Yo lo llevé muy directamente porque claro don Manuel tenía muchos temas, participaba en algunas reuniones, pero sobre todo lo llevé yo con el que hoy es presidente de Cuatrecasas, Rafael Fontana. En aquellas fechas nosotros éramos un despacho pequeño, pero un despacho de mucho prestigio y no ya a nivel andaluz sino a nivel nacional por la personalidad de don Manuel Olivencia, como es lógico, y por los asuntos que él encabezaba, éramos atractivos para los grandes despachos y tuvimos conversaciones simultáneamente y con total transparencia con los tres grandes: Uría, Garrigues y Cuatrecasas. Don Manuel y yo lo que teníamos claro es que el despacho era muy personalista y que de cara al futuro necesitábamos darle un horizonte que no dependiera solamente de nosotros y teníamos claro que había que hacer una integración con uno de estos tres grandes despachos. Estuvimos evaluando las ventajas y los inconvenientes y llegamos a la conclusión de que Cuatrecasas era nuestro novio ideal, porque además Cuatrecasas en su inició se creó en Fiscal, pero no tenía una fuerza en Mercantil como Uría, y estar en el Sur e incorporar una boutique muy especializada en Mercantil era muy atractivo para Emilio Cuatrecasas y Rafael Fontana. Ellos fueron muy generosos, no en el sentido económico, sino en darnos un sitio especial: Quisieron que mantuviésemos el nombre Cuatrecasas-Olivencia-Ballester, que lo hemos tenido durante muchos años, asumimos la dirección de Andalucía y yo me integré en el consejo de administración. En ese momento nos dieron un sitio y así ha seguido hasta el día de hoy, en el que nos han tenido en una situación muy privilegiada dentro de la firma. La oficina de Sevilla tiene un marchamo de un origen que es el de don Manuel Olivencia y eso siempre imprime carácter.

"Trabajar codo con codo con Olivencia fue un privilegio, una experiencia diversa y única”

–Cómo experto en derecho mercantil ha participado en numerosísimas intervenciones profesionales, fusiones, adquisiciones... ¿Cuáles son las que más le han marcado?

–Hay muchas, pero una que recuerdo con mucho cariño es una operación que hicimos en Osborne, empresa con la que llevo vinculado 35 años y actualmente soy el único consejero no familiar en los 250 años de historia. Le he llevado todas sus operaciones pero hubo una en México que fue la adquisición de Tequila Herradura, que se hizo con reuniones en México. Salimos de una reunión a las seis de la mañana tras 22 horas de negociaciones, empezamos a las ocho de la mañana del día anterior y estuvimos 22 horas revisando documentos y los últimos detalles. De vez en cuando tomando unas tortas, como llaman allí a los bocadillos. También recuerdo una operación con González Byass, cuando los Benetton adquirieron una participación minoritaria de González Byass, y tuvimos reuniones en Milán, y fue una operación muy bonita y complicada en la que tuve la ocasión de conocer los hermanos Benetton. Hay muchas operaciones muy interesantes. Con los Terry de Jerez también tuvimos operaciones en Alemania y Austria, y con Abengoa también, todo el inicio de la sociedad Inversión Corporativa, porque don Manuel estaba muy vinculado a don Javier Benjumea Puigcerver y a don Jaime García Añoveros, también maestro mío, que era asesor de Abengoa en temas fiscales.

"Elegimos la integración con Cuatrecasas tras tener conversaciones con los tres grandes bufetes”

–La pandemia de los últimos años nos ha cambiado la vida a todos y al mundo empresarial, ¿qué tipo de situaciones han tenido que atender?

–Hemos seguido con un ritmo normal de trabajo, hemos seguido haciendo las mismas operaciones de inversión, adquisiciones, los fondos han venido a Andalucía, y hemos seguido haciendo tanto operaciones de compra como de venta con el ritmo normal que teníamos. Tanto es así que en la etapa de pandemia el despacho ha crecido, no sólo la firma, que ha crecido un 11%, y nuestro despacho este año último hemos batido un récord, hemos superado una cifra de más de 9 millones de euros en la oficina de Sevilla. Con lo cual todo el mundo ha trabajado online y eso nos ha venido muy bien, porque hemos comprendido que no hace falta tanta presencia. Aunque la pandemia está siendo una gran tragedia, desde el punto de vista profesional nos ha abierto muchas ventanas. Y no hemos sufrido en la facturación del despacho, hemos subido cerca de 350 millones, más de un 11% a nivel nacional. El presentismo no es bueno, pero lo que tampoco es bueno es la ausencia. Yo como he aprendido es teniendo al lado a don Manuel Olivencia, sino hubiese trabajado codo con codo con él habría aprendido pero no tanto. No sólo se aprende lo técnico, también está el tema cultural, humano, la lección de vida y de trabajo, y eso lo haces estando juntos. Por eso nos hemos venido a Torre Sevilla, porque estamos todos en una sola planta. Ahora somos unos 50 abogados, a nivel de firma estamos alrededor de 1.000, y hay 230 socios. Estamos muy orgullosos de que la semana próxima se celebra por segunda vez en Sevilla la junta general de socios de Cuatrecasas, porque hace dos años y medio que no nos reunimos presencialmente y vienen todos los socios de nuestras oficinas de todo el mundo, las iberoamericanas, de Londres o Nueva York.

"En la pandemia el despacho ha crecido un 11% y en 2021 superamos la cifra de 9 millones en Sevilla”

–¿Por qué se ha elegido Sevilla para el evento?

–Había muchas ganas de que hubiese una reunión presencial larga, no una junta general de una tarde o de un día, sino que hubiese una convivencia durante dos o tres días. En Sevilla en 2008 tuvimos la experiencia, fueron dos días o dos días y medio, y la duda estaba entre Sevilla y Lisboa, pero al final se decidió Sevilla. Creo que también habrá influido el vínculo personal que siempre he tenido como Emilio Cuatrecasas, Rafael Fontana y con Jorge Badía.

–¿Qué consejo le daría a los abogados jóvenes, que empiezan ahora en el mundo del Derecho?

–Lo que les diría es que nuestra profesión es muy dura, muy hermosa, y que tienen que trabajar siempre con honestidad. Una compañera me preguntó cuál es la virtud para ser un buen profesional, en una sola palabra, y yo le dije: honestidad. Porque honestidad lleva consigo casi todo, lleva coherencia personal, transparencia, respeto, trabajar concienzudamente, rigurosidad. Creo que eso es algo que tenemos muy claro en Cuatrecasas, trabajar con honestidad y respeto al compañero. En la defensa de un cliente no vale todo. A mi compañero Javier Vega le preguntaron sobre el consejo que daría y él dijo que su maestro, José Ramón Cisneros, padre del actual decano del colegio de abogados de Sevilla, le dijo: Los clientes pasan, pero los compañeros perduran. Creo que ese es un buen consejo, hay que defender bien los intereses de los clientes, pero no vale todo, hay que ser honestos con todos, incluso con tu adversario o tu contrincante profesional. Yo le diría trabaja siempre honestamente.

"A los abogados jóvenes les aconsejaría que trabajen siempre con honestidad y respeto al compañero”

–A veces eso no se respeta...

–Yo creo que muchas veces se hace sin intención, que uno en la defensa de los intereses encomendados de alguna forma olvida el trato leal, con transparencia, con honestidad, con los compañeros, y por favorecer al cliente a lo mejor se está perjudicando la relación. Yo creo que es perfectamente compatible la defensa a ultranza de los intereses que te encomiendan con el respeto y la lealtad al compañero, que creo es lo normal, pero en alguna ocasión, y recientemente yo la he sufrido, he visto que algún compañero se está equivocando, porque me parece muy bien que esté defendiendo los intereses del cliente pero lo que no puede hacer es caer en algún pequeño engaño o en una situación que no debe producirse en un trato entre compañeros. Pero creo que son temas muy puntuales y muy singulares.

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