Relevo en la Junta

Susana Díaz gana tiempo hasta mayo

  • Ferraz se toma su tiempo para forzar un relevo en la Secretaría General del PSOE-A, mientras que algunos secretarios provinciales opinan que debe ser ella quien decida su marcha si no aguanta la derrota

  • El problema de Susana Díaz no es el resultado en sí, sino que no disimula que su supervivencia pasa por la derrota de Pedro Sánchez

  • La actual presidenta no asumirá la portavocía socialista en el Parlamento, no se puede exponer a que sea ella quien oposite frente a Juanma Moreno

La presidenta de la Junta en funciones, Susana Díaz, junto al vicepresidente en funciones, Manuel Jiménez Barrios, en el Parlamento de Andalucía.

La presidenta de la Junta en funciones, Susana Díaz, junto al vicepresidente en funciones, Manuel Jiménez Barrios, en el Parlamento de Andalucía. / EFE

Entre los militantes socialistas corre estos días un video de Susana Díaz, se trata de una rueda de prensa en Ferraz que ofreció con motivo de las primarias internas del PSOE. Por qué dice usted que dejaría el cargo si no obtuviese un mejor resultado electoral , le pregunta una periodista. "Si conmigo no remontan los resultados electorales, me iré sin fracturar el partido", responde. Y recuerda: es lo que hicieron Felipe González, Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba. Es el modo de actuar de los secretarios generales.

Susana Díaz, claro está, lanzaba ese dardo a Pedro Sánchez, quien por entonces se había presentado a dos elecciones generales consecutivas y cercanas, con un resultado final un poco más bajo.

No tan rápido

El PSOE andaluz dejará el poder de la Junta de Andalucía, una administración creada y construida por este partido hace 37 años, en las próximas semanas, y ya hay quien plantea el relevo al frente de la secretaría general para recomponer al partido. No será tan rápido como Ferraz hubiese querido, en este mismo mes de diciembre mediante la creación de una gestora que condujese a la formación a un congreso extraordinario. La dirección federal esperará hasta las elecciones municipales de mayo, siempre que antes o justo en esa fecha no se convoquen también las generales.

No hay en el PSOE andaluz una oposición consistente a Susana Díaz, hay un tercio de partidarios de Pedro Sánchez y un goteo de militantes que comienzan a reflexionar de modo distinto al oficialismo, que defiende que la pérdida del Gobierno se ha debido a Cataluña y a la política del Ejecutivo central con los catalanes. Este es el resumen de lo que Díaz ha contando en las reuniones provinciales que ha mantenido en los ocho territorios en las últimas semanas. En definitiva: desgaste tras 37 años de socialismo y Pedro Sánchez.

Pero, claro, fue Susana Díaz quien decidió adelantar las autonómicas de un modo erróneo, quien antes perdió unas primarias en toda España y quien un año antes rompió un Gobierno de coalición con IU para alcanzar una mayoría suficiente que fue, a la postre, más precaria. Lo que le ha ocurrido a Susana Díaz es que no es una vencedora, que ha sido lo que su equipo siempre ha trasladado: en Andalucía, en España, ante el Ibex, en el interior del partido y ante la más alta magistratura del Estado. 

Más bien ha sido lo contrario, ha ido descendiendo por una montaña rusa electoral, eso sí, con chisposos y aplaudidos remontes.

El duelo

Como en todo duelo tras una muerte, y la pérdida de poder tras 37 años y el de al menos 1.000 empleos es como un fallecimiento, la dirección andaluza socialista ha entrado en la fase de aceptación del deceso. Sólo eso. Hasta que la parlamentaria Marta Bosquet, de Ciudadanos, no fue elegida este jueves presidenta del Parlamento, muchos militantes y dirigentes confiaban en que la presencia de Vox en la triple alianza frustraría ese cambio.

Pero no ha ocurrido así, la elección de los miembros de la Mesa se produjo con una precisión suiza, y hasta Adelante Andalucía les hizo el favor a Ciudadanos y PP de conseguir una mayoría absoluta, sin necesidad de contar con Vox.

Marta Bosquet es hoy la presidenta de la Cámara, y ni Susana Díaz ni nadie de la dirección le ha dado la enhorabuena. El rostro de la aún presidenta de la Junta fue asumiendo la terrible derrota de los socialistas. Si Ferraz no montó una gestora este mes de diciembre, fue porque a José Luis Ábalos, el número dos del PSOE, los mismos pedristas andaluces le pidieron que aún era posible que el Parlamento eligiese a un presidente socialista. No ha sido así.

Hay otra versión, que los propios barones regionales del PSOE llamaron a Ferraz para advertir que si Susana Díaz era despedida con un 28% de los votos y con una victoria, aunque insuficiente, qué iba a pasar con ellos mismos el 26 de mayo. El partido no puede permitirse tales listones.

Ésta última reflexión, compartida por los secretarios provinciales del PSOE andaluz, y la anterior, la de esperar hasta que se forme el Gobierno del cambio, es lo que ha paralizado cualquier actuación de Ferraz en Andalucía.

Pero la pregunta que varios secretarios provinciales andaluces ya no saben responder es la siguiente: ¿Susana Díaz es capaz de recuperar el poder del PSOE en las próximas elecciones autonómicas? Y eso lo cambia todo.

La actual presidenta ha dejado de ser el talismán, es cierto que el resto de barones no mejora sus resultados, pero unos gobiernan en coalición y, sobre todo, no son los líderes del antipedrismo en España. Por que ése es el otro gran problema de Susana Díaz, que basa su supervivencia política en la derrota de Pedro Sánchez en las urnas. Y lo que es peor, ni hace el esfuerzo por disimularlo. Quizás porque está incapacitada para ello. Le sale.

Pedro Sánchez y Susana Díaz no han tenido una conversación cara a cara desde el 2 de diciembre. Su secretario general la citó en Madrid con motivo del Día de la Constitución, pero la presidenta le dio plantón. Se vieron, pero no a solas.

La opinión de varios secretarios provinciales es que la única salida posible de Susana Díaz debe partir de ella, que sea la propia jefa de la oposición en el Parlamento quien se dé cuenta de que su posición es insostenible. Por dura. El plan de la socialista consiste en aguantar los próximos cuatro años en la Cámara, en la oposición, pero en frente, bajo su escaños, habrá un presidente popular llamado Juanma Moreno, un vicepresidente que lleva por nombre Juan Marín y varios consejeros del PP y de Ciudadanos.

En cada debate, en cada votación, el nuevo Gobierno andaluz la señalará a ella, que tendrá que permanecer silenciosa ante los embates. Por eso, y esto ya es una prueba de debilidad, Susana Díaz no va a ser la portavoz socialista. Ni irá a la ronda de consultas ni representará a su partido en los grandes debates.

Esto es humano. Ni Rodríguez de la Borbolla ni Manuel Chaves ni José Antonio Griñán se quedaron en el Parlamento una vez producido el relevo es más, Javier Arenas, que sufrió una derrota a pesar de contar con 50 escaños, tampoco soportó esta situación. El de Olvera se situó entre los escaños menos visibles, y se marchó en cuanto pudo. 

Por eso, algunos secretarios provinciales creen que será la propia Susana Díaz la que marcará sus tiempos. El ejemplo invocado de Extremadura es erróneo, Fernández Vara fue apeado por una alianza entre PP e IU, no por un bloque de partidos de derecha como el andaluz.

El ejemplo extremeño

Ahora bien, el nuevo Gobierno andaluz nacerá con varias tensiones en su interior, todas ellas con epicentro en Madrid. PP y Ciudadanos van a competir no sólo por el liderazgo de la derecha, sino por gobernar. Tanto Pablo Casado como Albert Rivera desean ser presidentes del Gobierno, y no hay que descartar que la alianza se rompa si uno de ellos puede pactar con el PSOE para conseguir ese objetivo.

Susana Díaz lo sabe, y hace bien en esperar al resultado de las generales, pero en Ferraz no parecen dispuestos a volver a hacer campaña en Andalucía con el enemigo dentro de casa. Pedro Sánchez no repetirá la experiencia de hacer campaña en solitario, sin unas listas que le acompañen y de obstáculo en obstáculo.

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