Andalucía

Tradiciones singulares

  • La Semana Santa andaluza permite ver en la calle un gran patrimonio artístico y cultural, además de numerosas curiosidades que atraen a muchos visitantes

Vía crucis viviente de Laujar de Andarax, en Almería, donde se cuida hasta el mínimo detalle para que la representación tenga rigurosidad histórica.

Vía crucis viviente de Laujar de Andarax, en Almería, donde se cuida hasta el mínimo detalle para que la representación tenga rigurosidad histórica. / archivo

La Semana Santa ofrece multitud de planes en toda Andalucía, y en cada ciudad y pueblo las festividades se viven de manera distinta, el viajero se encuentra con muchas curiosidades dependiendo del lugar que visite. Desde Vía Crucis vivientes hasta la quema de los Judas. Se pueden encontrar festividades para todos los gustos y además es la ocasión ideal para disfrutar de la gastronomía de la zona.

En Laujar de Andarax, Almería, se celebra el Viernes Santo una de sus actividades más emblemáticas dentro de los actos litúrgicos de su Semana Santa: el Vía Crucis Viviente, que saldrá desde la iglesia de la Encarnación hasta la Ermita del Santo Sepulcro. Se trata de una espectacular y cuidada representación, que la convierten en el único Vía Crucis Viviente de la provincia.

El evento da comienzo a partir de las nueve de la mañana. Pone en escena la Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores; este singular Vía Crucis se lleva celebrando desde 1993. En él se cuidan al máximo todos los detalles, es por eso que las indumentarias y materiales que se utilizan en esta representación tienen una rigurosidad histórica.

En la provincia de Cádiz también se dan curiosidades, como por ejemplo en Alcalá del Valle, donde destaca el Domingo de Resurrección, caracterizado por el desfile de hornazos y la Carrerita de San Juan, en la que el Santo recorre a gran velocidad las calles del pueblo hasta encontrar a la Virgen para avisarle de la Resurrección de su hijo.

Rota destaca por el sermón del Nazareno, que se viene celebrando desde mediados del siglo XVIII en la madrugada del Viernes Santo. Tras el toque de la trompeta dolorosa, el orador -habitualmente un cantaor- recuerda como el Señor, condenado a muerte, tomó la cruz y salió camino del Gólgota y la Santa Mujer Verónica limpia el rostro del Señor dejándolo estampado en un lienzo, un hecho representado por una joven vestida de hebrea.

En plena Alpujarra granadina se encuentra Soportújar. Este municipio tiene un rito que tiene lugar la víspera del Domingo de Resurrección y que se conoce con el nombre de la Quema de Judas. El Judas es un muñeco de tamaño natural de un hombre haraposo realizado por los jóvenes del pueblo, que se rellena con paja y al que visten con ropas usadas, después de que las campanas de la iglesia recobren la voz y toquen a gloria.

Al Judas de Soportújar no le falta detalle. Va vestido con pantalones y chaqueta, y le calzan botas de los tiempos de María Castaña. Además, los jóvenes espigados le cubren la cara con un sombrero. Una vez confeccionado se le ahorca con una soga cerca del bar de Romero. Los niños tienen la costumbre de apedrearlo y después acaban quemándolo tras haberlo arrastrado por las inclinadas calles. Esta tradición no es específicamente alpujarreña. En Dúrcal (en el Valle de Lecrín), por ejemplo se ahorcan varios Judas en el puente de hierro.

En Córdoba, también se queman los Judas. Al anochecer del Sábado Santo, se produce en Pedro Abad esta tradición. Entre burlas y algarabía de los vecinos, y con el sonido del tambor se queman a los Judas que se cuelgan en las calles. Pero una de las grandes peculiaridades de la celebración de la Resurrección en la provincia de Córdoba es la Pascua de los Moraos.

Murgas, estudiantinas, pregones, máscaras, recorren las calles de Carcabuey en un perfecto ejercicio de autocrítica colectiva, de regeneración vital de todo un pueblo a través de la ironía y el humor. Por todas estas peculiaridades ha sido declarada como Fiesta de Interés Turístico de Andalucía. El día de las mozas es otra de las curiosidades que guarda Córdoba en estas fechas, en Villanueva del Duque. Las hermanas están inscritas en una lista cuyo orden es inamovible, con el fin de cumplir una promesa, hecha en su momento a la Patrona, la Virgen de Guía.

Las inscripciones se hacen desde muy temprana edad, ya que deben estar solteras para poder llegar a ser "hermanas mayoras". Durante los tres años en que sirven a la Virgen no podrán contraer matrimonio. La hermana que celebra ese año la fiesta o "hermana mayora", entrega una invitación por escrito a todas y cada una de las jóvenes solteras del pueblo (mozas), para que la acompañen los días señalados. Comienza la tarde del Domingo de Resurrección, cuando la "hermana saliente" y la "hermana entrante" se dirigen en busca de la "hermana mayora".

Todas ellas junto con los familiares e invitados, se dirigen a la parroquia de San Mateo para sacar en procesión a Cristo Resucitado, con el que se dirigen a la Ermita de la Virgen de Guía, donde se recoge a la Patrona y junto con el Resucitado, se traslada en procesión hasta la iglesia parroquial. Durante el recorrido, las tres hermanas -entrante, mayora y saliente-, se sitúan delante del paso de la Virgen.

Al anochecer, en la puerta de la casa de la "hermana mayora" se enciende un gran candelorio de aulagas, alrededor del cual se reúnen una gran cantidad de vecinos y amigos que son invitados a altramuces, garbanzos "tostaos" y hojuelas. En la provincia de Córdoba cobra especial mención la Semana Santa en municipios como Aguilar de la Frontera, Bujalance, Cabra, Castro del Río, Hinojosa del Duque, Lucena, Montoro, Moriles, Pozoblanco, Priego de Córdoba y Puente Genil. Todas ellas están catalogadas como Fiestas de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

En Málaga, donde también se representa la Pasión en municipios como Istán, Riogordo o Benalmádena, el viajero tiene la oportunidad para ver el Correr la Vega en Antequera, tradición muy esperada tanto por sus vecinos como por los numerosos turistas que se acercan en esas fechas hasta la localidad.

El origen de Correr la Vega es, por lo que cuenta la historia de la localidad, una tradición que consistía en llevar las imágenes a lo más alto de la ciudad con el objetivo de bendecir las tierras de la Vega de Antequera. La noche del Jueves y del Viernes Santo, al final del recorrido procesional, las cofradías que salen esos días llevan los tronos hasta el inicio de una pendiente o cuesta y, con el aviso de campana, inician una carrera muy emotiva portando a los tronos hasta la vega.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios