Terrorismo

Cómo luchar contra el yihadismo si llevas toga

  • La malagueña Ana Salinas coordina la estrategia jurídica de la UE para detectar la radicalización islamista

La catedrática de la Universidad de Málaga Ana Salinas, en su despacho.

La catedrática de la Universidad de Málaga Ana Salinas, en su despacho. / Marilú Báez

Los primeros procesos de radicalización se observaron en cárceles y en mezquitas. Después irrumpieron internet y, sobre todo, las redes sociales, pero los últimos atentados también han puesto al descubierto que las viejas prácticas siguen siendo claves en la captación, radicalización y reclutamiento de potenciales yihadistas. Además, no es fácil establecer estereotipos. El fanatismo arraiga en barrios marginales y entre sujetos social, económica y culturalmente desfavorecidos, pero también entre jóvenes de clase media que aparentemente no reúnen las condiciones para que abracen la violencia y la radicalidad. La velocidad a la que cambian los métodos y perfiles es la que ha empujado a la Unión Europea y al Consejo de Europa a poner en marcha una estrategia dirigida tanto a prevenir la radicalización como a determinar el momento en que ese proceso de inmersión en el fanatismo cruza la raya y se convierte en delito. El objetivo es proporcionar herramientas a los jueces y fiscales que se ocupan en el continente de perseguir el islamismo radical y violento, así como a funcionarios de prisiones y agentes de vigilancia penitenciaria que en algunos países se ocupan de controlar la vida en libertad de los convictos.

El Consejo de Europa ha encargado a la catedrática de Derecho Internacional Público de la Universidad de Málaga Ana  Salinas  la coordinación de este proyecto que ha arrancado con un estudio preliminar de las estrategias contra la radicalización que se aplican en los 47 países que se agrupan en esta organización. "Lo primero que hemos descubierto es que si bien todos los estados tienen una estrategia contra el terrorismo, no todos la tienen contra la radicalización, sentimiento dinámico y ligado a la frustración. Es difícil ver cuándo una persona ha superado diferentes etapas y está ya radicalizada", apunta. Además, subraya la discutible eficacia de las iniciativas nacionales si no existe cooperación en un contexto eminentemente internacional y transfronterizo y, sobre todo, pone el acento en las debilidades que dejan las políticas basadas exclusivamente en la mano dura y las medidas punitivas. "Hay listas y muchas personas bajo vigilancia o incluidas en grupos de riesgo y, pese a todo, sigue habiendo atentados. Falla, claramente, la prevención de la radicalización".

La catedrática y el equipo de trabajo se reunieron en marzo con 60 jueces y fiscales especializados en terrorismo, funcionarios de prisiones y de vigilancia de todos los países implicados en el proyecto Help: prevención y lucha contra la radicalización, para conocer de primera mano las carencias, dudas y debilidades de su trabajo diario y de su marco normativo.

A partir de este trabajo han salido a la luz también efectos perversos de algunas de las medidas establecidas contra el terrorismo. Por ejemplo, se ha visto en el Reino Unido con la retirada a ambos progenitores de la patria potestad de los menores cuando uno de ellos ha tenido vínculos probados con el terrorismo islamista. Sucede con la retirada de la nacionalidad a los naturalizados que, si han perdido su nacionalidad original, se quedan como apátridas, en una situación personal y jurídica más propicia a la radicalización. Otras soluciones como la restricción de movimientos o el confinamiento también arrojan en ocasiones resultados opuestos a los buscados. Además, sobre el horizonte emergen nuevos interrogantes como el retorno de los terroristas extranjeros. Ana  Salinas  alude expresamente al caso de muchas mujeres que "fueron a Siria engañadas y manipuladas, y que han vivido allí recluidas y obligadas a tener hijos, en una situación muy próxima a la de las víctimas de trata". Muchas de ellas están ahora con esos niños en campos de detención.

Teniendo en cuenta todas estas perspectivas, el plan de formación para prevenir la radicalización y luchar judicialmente contra ella una vez que se confirma, que se desarrolla en colaboración con las escuelas judiciales de los diferentes países, pasa por generar herramientas que "garanticen el cumplimiento estricto de los derechos humanos". A partir de aquí se está diseñando una plataforma online, que estará operativa a partir de septiembre para identificar los procesos de radicalización "y luchar contra ellos una vez consumados para que no se conviertan en un ataque terrorista". Los contenidos están organizados por módulos, ofreciendo a cada perfil profesional la posibilidad de profundizar en los conocimientos más necesarios para su trabajo. Esta herramienta se combina con formación presencial que a partir de septiembre se llevará a cabo en España, Italia, Bélgica, Francia y Rusia, países que no sólo se han visto en la diana del terrorismo islamista, sino que además suman una importante experiencia en la lucha contra movimientos terroristas y el crimen organizado.

El proyecto Help: prevención y lucha contra la radicalización lo financia la Unión Europea, pero lo ejecuta el Consejo de Europa en los 47 países, de modo que incluye no sólo los estados de la UE, sino también otros puntos tan significativos en la agenda antiterrorista como Rusia o Turquía.

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