La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los cuervos se comen al presidente Sánchez

Cada vez se cortan menos en maltratar al jefe del Gobierno, cada vez exhiben más chulería y desfachatez en el Parlamento

Pedro Sánchez, ayer jueves en el Congreso de los Diputados

Pedro Sánchez, ayer jueves en el Congreso de los Diputados / Ege (Madrid)

El Gobierno de España es un perfecto criadero de cuervos cada vez más descarados a la hora de cumplir con lo que se espera de ellos cuando son tratados con dadivosidad. Daba cierta lástima comprobar cómo los socios de Pedro Sánchez trataron ayer al jefe del Ejecutivo en la sesión del Congreso. Uno no espera piedad de la política, ni mucho menos gratitud, pero sí al menos algo de respeto a la dignidad del máximo mandatario. No le perdonan una pese a sacarle los ojos. La legislatura no se acabará mientras se deje a los cuervos actuar a sus anchas, con chulería y esa altivez que rima con desfachatez. ¿Cuándo se van a ver en otra igual semejantes pajarracos? De momento no dejarán caer a Pedro Sánchez al igual que a un banco no le conviene la tiesura total de un cliente que le debe mucho dinero. También uno sabe que el teatro de la política nunca cierra, todos los días hay función. Y que la gran verdad de la política es que todo es mentira.

Sesiones como las de ayer, donde se debatía el absurdo caso Pegasus, demuestran que en Andalucía hemos tenido un gobierno de coalición al que le han faltado los violines, el champán y pétalos de rosas al término de los Consejos de Gobierno en el Palacio de San Telmo, convertido en una casa de caramelo por la feliz convivencia de los dos partidos. Ya quisiera Sánchez tener un socio como el que todavía disfruta Moreno. Cuando no le arrean o lo dejan en evidencia los de Podemos, con los que se sienta en el Consejo de Ministros, lo ponen a parir los ayudantes externos, esa combinación de sediciosos, separatistas, legatarios de la banda criminal y otros aristócratas de la libertad. El colchón de la Moncloa debe ser especialmente cómodo para la salud de la espalda, el sillón del despacho cálidamente mullido y la climatización perfecta, para aguantar los malos modos de algunos de los portavoces que lo auparon hasta la presidencia. En el fondo Sánchez trata a los suyos como él es tratado por sus socios parlamentarios. Entre ellos se reparten la misma medicina. El criterio es el de usar y tirar con el objetivo de perpetuarse. No hay más. Hoy se desprende de ministros o colaboradores (Iván Redondo, Carmen Calvo, Celáa...)y mañana los deja en evidencia (Margarita Robles, Marlaska...).

No tendrá la suerte, ay, de un rey que salga de forma natural en su defensa para mandar callar a quienes le humillan. Hace tiempo que ha perdido la dignidad del puesto, el alto perfil institucional que se espera de un jefe del Gobierno. El presidente más frío y calculador de la historia de la democracia es sin duda el peor. Sus aliados lo arrastrarán. Y nadie lo indultará. Cuervos eran, cuervos son.

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