Andalucía

Una revolución tras el interruptor

  • Las técnicas de análisis de grandes cantidades de datos o 'big data' cada vez están más presentes en la vida cotidiana de las empresas, la Administración y la universidad andaluzas

"Nosotros cogemos los datos, le incluimos el factor geográfico y lo representamos de forma visual para que alguien tome una maldita decisión". Es la manera -llamativa, pero muy ilustrativa- que utiliza Héctor García para explicar en qué consiste su trabajo. Este sevillano fundó hace varios años Geographica, una empresa que se dedica al análisis de cantidades ingentes de información procedente de un gran número de fuentes, es decir, el big data.

Activar los sensores que registran esa información es muy sencillo. Cuando se enciende la luz por la mañana, la eléctrica de turno sabe que esa luz se ha encendido. También sabe cuando esta apagada y por eso el precio de la electricidad varía a lo largo del día. Actos cotidianos, como pulsar un interruptor, generan información y en la actualidad no hay nada más cotidiano que utilizar un teléfono móvil. "El big data aplicado a redes sociales es, quizás, el más conocido, pero sólo es la punta del iceberg", asegura García, que habla de una revolución de los datos. "Cuando nos estudien, dentro de doscientos años dirán que al principio era caótico, que no sabíamos que preguntarle a los datos", cuenta este geógrafo sevillano, que incide en la importancia de tener claro qué se quiere obtener de los millones de registros.

Según la experiencia de Héctor García, es necesaria la figura del "especialista temático", que debe colaborar con el experto en análisis de datos para llegar al objetivo. "Nosotros tenemos que ayudarlos a abrir la imaginación. Decirles que hemos detectado que la página de la Alhambra en Wikipedia recibe muchas visitas desde Estocolmo y que podría ser interesante poner un vuelo directo", detalla García.

Entre esos especialistas temáticos se encuentran algunos técnicos de la administración autonómica andaluza, que trabajaron con Geographica para la realización de un proyecto piloto que buscaba conocer la reputación de los hoteles de la región a partir de las opiniones vertidas por los turistas en internet. La iniciativa fue impulsada por Andalucía Lab -una entidad dependiente de la Consejería de Turismo y Comercio de la Junta radicada en Málaga- y el Grupo de Investigación en Estudios Territoriales y Turísticos de la Universidad de Sevilla, que lidera el profesor Alfonso Fernández Tabales. "Los resultados son interesantes, pero no extrapolables, al limitarse la muestra a 400.000 opiniones recopiladas durante un mes", apunta José Luis Córdoba Leiva, de Andalucía Lab, que considera que el dato más destacable consiste en dejar claro que "el big data tiene potencial para mejorar el conocimiento del destino y ayudar a tomar mejores decisiones".

La información procedente de entidades privadas es muy importante para la viabilidad de este tipo de estudios, pero existe un gran nicho de datos igual de relevante pero que todavía tiene difícil acceso: los procedentes de la administración pública. "La tendencia a compartir registros es imparable", apunta Córdoba Leiva; mientras que Héctor García asegura que Andalucía está bien posicionada en este sector, pero es ambicioso: "Yo quiero que la administración libere todos los datos. Una sociedad más avanzada es la que puede acceder a mayor información".

Según este geógrafo, la incorporación de las técnicas de big data en la Junta y los ayuntamientos andaluces va más lenta de lo que debería "porque están demasiado encorsetados con su propia tecnología y porque hay pocos técnicos cualificados". La solución al problema de recursos humanos la puede paliar el máster en Big Data Analytics de la Universidad de Málaga, organizado por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática y el Centro de Andaluz de Tecnologías de la Información de dicha universidad, junto con la multinacional SolidQ, "con el objetivo de reunir lo mejor de los dos mundos", asegura José F. Aldana, director del máster".

Su objetivo es formar a los futuros científicos de datos, un híbrido entre el especialista temático y el tecnológico que suele proceder de algunas ramas de la ingeniería -telecomunicaciones o informática-, pero también geógrafos o incluso periodistas. "El máster está orientado al reciclaje de profesionales en estas tecnologías", señala Aldana, que también abre la puerta a recién graduados, previo paso por un periodo de prácticas de nueve meses en empresas del sector.

Como cualquier avance, la implantación de las técnicas de big data tiene un lado oscuro. García menciona los problemas que pueden producirse en la gestión de la información por parte de empresas privadas y augura un problema legislativo. "La tecnología siempre da un poco de miedo", afirma el geógrafo, pero "las aplicaciones son tantas como capacidad tenga el ingenio humano para explotar la información", asegura el profesor Aldana. Los dos coinciden en una cosa: el big data cambiará la sociedad, pero no está claro cómo.

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