En tres palabras

La torpeza contrarreformista contra Andalucía

El presidente andaluz, Juanma Moreno, y el valenciano, Ximo Puig, en una reunión del año pasdo.

El presidente andaluz, Juanma Moreno, y el valenciano, Ximo Puig, en una reunión del año pasdo. / Raúl Caro (Efe)

1. FORTUNA.- ¿Alguien piensa que el Gobierno Sánchez habría atacado a Cataluña legislando contra un impuesto que la Generalitat hubiera bonificado? Esa pregunta ya es, en sí misma, un éxito para Juanma Moreno. La suerte favorece a quien asume riesgos –aquel fortuna audaces iuvat del clásico–  y el golpe de efecto de su bajada de impuestos, en el momento preciso, lo ha convertido en la referencia de un debate clave. Pero además, en lo peor de la campaña de Moncloa contra él, va el socialista Ximo Puig y hace una bajada desde 60.000, que el Ministerio de Hacienda trató de frenar desesperadamente y después no supo digerir. La teoría de que bajar impuestos va contra los servicios públicos, demonizando al PP, hizo aguas. Vara se sumó con la descarga en tasas. Y finalmente se forzó al Gobierno a salir anunciando una bajada de impuestos que recauda tres mil millones más –oh, cielos– y además con una figura impositiva contra Andalucía y Madrid que no pocos expertos advierten que acabará en los tribunales al invadir el reparto de competencias con una duplicidad confiscatoria.  

Esta contrarreforma ha dado a Juanma Moreno un argumento más, y muy poderoso: el agravio territorial, con el mensaje de que el PSOE, que pacta con Esquerra o Bildu tragando con casi todo, no permite a Andalucía ejercer su autonomía para explorar la eficiencia de una menor presión fiscal. A nadie, por supuesto, respondiendo a la pregunta de arriba, se le pasa por la cabeza que el Gobierno de Pedro Sánchez hubiera atacado a Cataluña legislando contra un impuesto que la Generalitat bonificase. Ni por un nanosegundo en el metaverso, por citar otro clásico en este caso contemporáneo. Antonio Sanz intuyó certeramente ese flanco y habló de 155 fiscal contra Andalucía. Con el viento de cola, la Junta, inicialmente enfrentada al relato de ricos vs pobres, está ganando la retórica del conflicto: bajar impuestos, contrarreforma contra Andalucía o 155 conforman un marco consistente.

2. QUIRÚRGICO.- Hay que reconocerle a María Jesús Montero su coherencia. Nadie le podrá reprochar que actúe ahora de un modo distinto. Una vez más, como siempre ha hecho, vuelve a manejarse con oportunismo, improvisación y sectarismo. Genuinamente. Esta semana en la que se ha erigido en protagonista contra las bajadas de impuestos, proclamando que recortar éstos es hundir los servicios públicos y clamando contra el dumping fiscal de una comunidad que actúa unilateralmente, la hemeroteca le saca los colores volviendo a 2016 con ella en la consejería de Hacienda bonificando Sucesiones y pactando con Ciudadanos la bajada de dos puntos en IRPF. Ay, María y Jesús.

La última milonga de su factoría particular es que sólo cabe una intervención "quirúrgica" en la fiscalidad. ¿A quién se le habrá ocurrido atribuir la cualidad quirúrgica a la mujer de "chiqui, qué son 1.200 millones, eso es poco, eso quitas o pones..."? Sólo cabe imaginar a un asesor que estuviera la noche anterior de copas diciendo aquello de "¿Qué pasa? ¿Que no creéis que soy capaz de poner quirúrgico en boca de la ministra? Agarrarme el cubata..." . Identificar a Montero con lo quirúrgico es como vincular a Tamara con lo filosófico o a Luis Enrique con la elegancia. En su chusca rueda de prensa, marca de la casa, ni siquiera tuvo el decoro de mencionar a Valencia, bautizó como solidaridad su contrarreforma como si la fiscalidad no fuese globalmente solidaria, despreció a la clase media y situó la frontera de las dificultades en 21.000 euros. A Montero le persigue siempre ese aire de improvisación oportunista.

   Se intuye que todo esto incomodará lo suyo al PSOE andaluz. La podemización creciente de Moncloa/Ferraz va a contracorriente del propósito de Juan Espadas de centrar el partido. Y María Jesús Montero es, guste o no, un rostro que transmite PSOE de Andalucía. Ahí estaba la ministra sugiriendo que los cien millones de la apuesta del Gobierno andaluz bonificando Patrimonio dinamita los servicios públicos –¿chiqui, cien millones?– y el mismo día el juez sitúa dinero de la Junta para la formación en cuentas de Luxemburgo, mediante las sociedades de un ex consejero socialista de Hacienda con 33 millones para ex trabajadores de Delphi. Qué sarcasmo: un solo mangazo da para un tercio del impuesto.

3. CARGUITO.- Por Andalucía se queja de haber quedado fuera en el reparto de los consejos de extracción parlamentaria. Sencillamente es cuestión de aritmética, y ya decía el campanudo Gauss que Dios efectivamente no juega a los dados pero sí a la aritmética. Si hay 9 puestos, obviamente 5 corresponden al PP, que tiene mayoría absoluta, y el reparto da 3 PSOE y 1 VOX. La cuenta de la vieja basta, sin un máster euclidiano.  Probablemente todo el mundo hubiera preferido ver a Por Andalucía en los consejos –yo el primero– pero ¿defienden que se creen cargos de sesenta a ochenta mil ad hoc para ellos? En Por Andalucía saben que sólo entraban así o por cesión del PSOE, que se ha negado. Lo que no se entiende es que culpen al PP. O más bien sí se entiende.

A todo esto, a Por Andalucía no se le ha oído lamentar que Teresa Rodríguez quedara fuera de la Mesa del Parlamento. Ahí sí valían las normas. 

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