Andaluzas 22M

Cinco instantes por un voto

  • Momentos que marcan la campaña de los candidatos: Susana en los pueblos, Moreno en los debates, Maíllo con Anguita, los días de conciliación de Rodríguez...

Susana Díaz, con la fuerza de Escartala 0'Hara. Durante dos semanas Susana Díaz ha llevado al partido en volandas, ha devuelto a miles de militantes el orgullo de ser socialistas y ha zarandeado a votantes de todos los rincones de Andalucía con la ilusión de "derrotar a Rajoy en las urnas". En uno de los mítines llegó a decir que "lo más grande para una mujer andaluza es ser presidenta de la Junta". Eso mismo había dicho en clave personal sobre la maternidad -lo más grande que me ha pasado en la vida es que voy a ser madre-, en clave de partido sobre su honestidad -mi patrimonio, lo que tengo, es mi palabra- y, en clave de gobierno sobre esa "sanidad andaluza" que tan bien representa cómo todo lo bueno que le ha pasado a esta autonomía ha sido con el PSOE.

No son contradicciones. Es la forma en que la candidata socialista entiende y vive su vida. Sin fronteras entre lo personal y lo profesional, que en su caso sólo tiene un nombre: la política. Hay quienes sostienen que hay dos Susanas, la que cautiva a pie de calle cuando se diluye como una mujer normal entre la gente normal y la que manda desde San Telmo y San Vicente con mano de hierro. Para otros, las dos Susanas tienen que ver con su capacidad, sus aspiraciones y su ambición. Y contraponen la Susana que ha fascinado en Madrid como el mirlo blanco del PSOE, la que es amiga de los Reyes y se sienta con las empresas del Íbex -y lo seguirá haciendo si con ello puede sacar rédito para la comunidad- con la que conspira en las alcantarillas de la política para saciar sus ansias de poder.

Buena parte de la campaña del PP, sobre todo a partir de los debates televisivos en los que dio oxígeno al candidato popular, no ha tenido otro objetivo que intentar "quitarle la máscara" y demostrar a los andaluces que Susana Díaz es intolerante, intransigente y hasta irrespetuosa. Que es "más de lo mismo", que después de 33 años de Gobierno socialista apostar por ella, por cualquier de los demás partidos, es "tirar el voto". Y, por si tal ataque no funciona, hay una segunda descarga: que está utilizando Andalucía como trampolín para disputarle el Gobierno a Rajoy y que el compromiso con su tierra es una farsa.

Pero Susana Díaz no se mueve en el género chico. Lo suyo es el temperamento de la ópera. La podríamos imaginar a lo Escarlata O'Hara clamando con un puñado de tierra en las manos por su causa (Andalucía) con la misma naturalidad con que ayer se la habrían cruzado sus vecinos del Tardón haciendo la compra en El Jamón. Es la estadista y es la vecina corriente de al lado. Los besos y abrazos de la campaña, la historia de amor que ha trazado con los andaluces, de rivalidad con el PP, de desamor con IU, de ninguneo con todos los demás y de espera con su propio secretario general hablan de ello. Y lo hace con el mismo tono mayor con que convocó elecciones para "dar la voz" a los andaluces y el quebrado "ayudadme" con que se despide en sus mítines.

No son dos, es una. Puede resultar excesiva pero es así. Y lo que para unos puede ser "demasiado" para otros es justo lo que en estos momentos necesita Andalucía. Todavía, lo que en un hombre son virtudes de liderazgo y personalidad en una mujer hay que diseccionarlo para ver qué esconde. En su caso la prueba la ha puesto relativamente fácil: no defraudar, no fallar a quienes ha prometido que es distinta. Que es capaz de hacer las cosas de otra manera.

Y lo hace con la fuerza y la convicción de quien cree en lo que ama. Andalucía. Su tierra. A lo Escartala O'Hara.

Juan Manuel Moreno, el sueño andaluz del hombre con cara de niño bueno. "¡Nunca pensé que me vería hablando aquí como candidato y como futuro presidente de la Junta!". Quien así se dirige a las más de 3.500 personas convocadas en el pabellón de deportes de la Universidad de Málaga es Juan Manuel Moreno Bonilla, Juanma Moreno (Barcelona, 1970). Es martes, han pasado pocas horas de su claro triunfo en el segundo debate de campaña sobre Susana Díaz, y está exultante entre la euforia de una afición que al fin ve claro que tiene un aspirante potente a la Junta y le aclama al grito de "¡presidente, presidente!". Está entre los suyos, en su ciudad. El desconocido que hace apenas un año aterrizó en Andalucía para hacer frente a la diva del socialismo patrio afronta hoy el día más importante de su trayectoria política. Y lo hace en mejor posición que hace 15 días. La campaña electoral ha sacado a la luz a un político que esconde tras la cara de niño bueno - "eres el marido perfecto para mi hija", le gritaron en un mitin- a un hombre con determinación, firmeza y las ideas meridianamente claras. Juanma Moreno es nuevo en Andalucía, pero atesora a sus espaldas una larga carrera política en la que algunos recuerdan sus contundentes intervenciones como diputado en el Congreso.

 

En esta carrera electoral su obsesión ha sido hablar de empleo, de ilusión, de futuro y de porvenir. Hijo de emigrantes a Barcelona -charnego, pero menos- se ha empleado a fondo para borrar la imagen de derechona que durante años acompañó a los candidatos del PP en Andalucía. Ha medido bien y no ha tenido una sola salida de tono. Casado y con tres hijos de 5, 4 y apenas un año, sólo se le ha visto molesto, y mucho, cuando se filtraron los datos de escolarización de sus pequeños. Pese a las tentaciones, no entró al "barro" porque se empeña en afirmar que "tras 33 años de socialismo en Andalucía" hay otra forma de hacer política. En esa lucha, su educación y contención han superado con claridad a la acritud y soberbia de Susana Díaz. "Nuevas formas frente a viejas recetas", ha dicho mil veces. El mensaje ha calado y a su alrededor lamentan no haber tenido una semana, u otro debate, para consolidarlo.

 

A pesar de lo que se juega hoy, ha rechazado tener un ojo en las encuestas y fía su suerte a una campaña en la que insiste en que "hemos ido de menos a más". No se sabe en qué se traducirá esta afirmación en las urnas, pero sí parece claro que, pase lo que pase, Juanma Moreno sí se ha garantizado estabilidad al frente del partido. Las cinco ocasiones en las que Mariano Rajoy ha bajado a apoyarle y su crecimiento durante la campaña así lo indican. Él lo tiene claro, insiste en que su proyecto es a medio y largo plazo y está decidido a ser el primer presidente "centrista" y del PP de Andalucía. Sea esta noche o en las próximas elecciones.

Antonio Maíllo, el califa rojo le hace su pupilo aventajado. Julio Anguita, apodado El califa rojo, otrora dominador absoluto sobre el electorado de Córdoba, referente ético incluso para jóvenes que sólo han visto vídeos suyos en Youtube, retirado hace 15 años de primera línea de la política tras un infarto, emerge en una sala abarrotada de personas que le escuchan con un respeto místico y señala a Antonio Maíllo: "Te vi en el debate", dice, "has estado como tenías que estar, dominando la escena y diciéndole a los otros, que cometieron el error de ponerte en medio, lo que tenías que decir". 

 

Anguita no parece alguien que regale elogios. "Me gustan poco los que insultan y los revolucionarios de boca. Siempre han acabado en el PSOE", añade el que fuera látigo de los socialistas y que en los últimos tiempos ha coqueteado con Podemos. 

 

En las horas previas Maíllo ha comido con Anguita y con Alberto Garzón. "Viene con mucha fuerza", anticipa a los periodistas.

 

El candidato de IU confiesa en el acto de cierre que  aquélla no fue la primera vez que Anguita le elogió. "Me llamó después del primer debate y me dijo que le había parecido extraordinario. Me dijo: Antonio, he recuperado la ilusión en IU". Y el candidato hace su propia calificación del mitin que para IU ocupa ya un lugar de su historia: "Como dicen los jóvenes, lo petamos".

Teresa Rodríguez, la chica risueña que lava, seca y plancha. Teresa Rodríguez empezó la campaña poniendo lavadoras y cuando le preguntaron que qué haría el día de reflexión contestó que "poner lavadoras y limpiando la casa, que la tengo hecha un asco". De eso ha ido su campaña, de hablar que tenemos la casa hecha un asco y que hay que empezar a poner lavadoras y mirar lo que hay en los discos duros. Obsesión por la limpieza para un partido convencido de que su gente no es de contestar encuestas, que son los que están en ese gran agujero negro que figura como indeciso. Para Podemos, en fin, Andalucía está pendiente de un zafarrancho.

Juan Marín, el solista de la banda de rock de Rivera. Tocan las autonómicas en Andalucía. Se trata de llevar la música de C's hasta el último rincón, si es posible, y a toda clase de personas. En el partido, al que prefieren llamar proyecto, están empeñados en cambiar la sintonía de Andalucía. Aseguran Rivera y Marín  que no darán el cante con los pactos. Para C's no se trata de pactar con alguien, sino de "qué pactar". Por eso abominan, ahora, de cualquier acuerdo que incluya la concesión de "paguitas, sillitas o carguitos", porque es la filosofía de la "vieja política".  Puesta la letra, falta conocer el volumen de la musica.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios