¿Se podían tener hijos a la carta?. Se podía comprar la pobreza de las personas?.

Él alzó el mentón, metió barriga y abrazó por la cintura a aquella mujer que le había devuelto a la vida.

Imaginó a El Bosco ante el lienzo virgen, sintiendo quizá la misma brisa dulce sobre su rostro y volvió estremecerse.

Se le había hecho tarde y decidió llamar a un taxi, pero antes tenía que preguntarles el nombre de la Avenida.

En una simbiosis irracional, se unieron en su memoria aquellas imágenes de joven estudiante de derecho.

Los espectadores, con los ojos rasos de lágrimas de contener la risa, imaginamos el segundo acto, al que no fuimos invitados.

Salió de la Sala ahogada por un llanto contenido, sintió nauseas al escuchar sus declaraciones.

Crees en la magia, en las brujas, en la vida y en el futuro, porque el futuro tiene rostro de mujer.

Los montes que circundaban las huertas, respondían al rocío y a la humedad del ambiente llenándose de aromas.