Cultura

Crudeza sin concesiones

El agua encendida. Guitarra: Juan Carlos Romero, Paco Cruzado. Cante y compás: El Pulga, Carmen Molina, Merdedes Amador, Los Mellis. Percusión: Tino di Geraldo. Violín: Alexis Lefebre. Lugar: Teatro Central. Aforo: Lleno

Cualquier paseanteo ocasional podría despistarse, pero la música de Juan Carlos Romero es de una crudeza sin concesiones. Despistarse por la amabilidad del violín, de los coros femeninos: por cierto, que ninguno de estos músicos venía en el programa de mano. Decía ayer un colega que éstos parecen hechos para desinformar. Malamente se puede informar desde la ignorancia: la primera frase del programa de mano, donde afirma que este tocaor "se presenta por primera vez como compositor y guitarrista" es una barbaridad.

Pero volvamos al concierto. Gracias, Juan Carlos Romero por la honestidad, poco frecuente, de darnos lo que prometías: un estreno, nuevas composiciones. Los temas de este disco profundizan en un mensaje de melodías desnudas, de propuestas rotundas en su solipsismo. Alguien puede confundir esta crudeza con desapasionamiento. Es cierto que el alma de esta guitarra es de piedra, que se enciende por la pasión que le roba al cante, a la complicidad con el grupo. Pero esa piedra es, sin concesiones, pura fiereza. En su estatismo: no acaricia al espectador sino que lo azota con el látigo del desencanto íntimo, el éxito íntimo, la incomunicación y la complicidad, la insatisfacción y la serenidad, la retención y la fecundidad. Emociones puras, sin pulir. Sobre todo en los temas que Romero hizo en solitario. El flamenco será un arte completamente adulto cuando Romero pueda hacer un concierto completo en esta línea. Incluyendo la nana, atroz, con la que cerró el recital. En el fondo de esta nana está la certeza de que la existencia es atroz y que por ello merece ser vivida. Gracias a Juan Carlos Romero por desnudarnos su alma y, de esta manera, permitirnos conectar con sus emociones, es decir, con nuestras emociones. En esta línea, Romero siempre elige a cantaores muy particulares, alejados de esterotipos, como es el caso de El Pulga. Su toque, pese a lo que parece, no está refinado, se ofrece sin pulir, y así es el cante de este intérprete que me sobrecogió en varios momentos de la noche.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios