Cultura

Naturaleza gitana y morena

  • Manuela Carrasco abordará palos como rondeñas y alegrías en el estreno que presentará en la Bienal.

Si existe una mujer en el flamenco capaz de encarnar cada uno de los estados de la naturaleza, desde el más agitado al más suspendido en el tiempo, ésa es Manuela Carrasco. La bailaora protagonizó ayer en la sala TNT un ensayo ante los medios para presentar el que será su estreno absoluto en la Bienal de Flamenco de Sevilla, Naturaleza gitana. Gitana morena, y que está a punto de colgar el cartel de "no hay billetes" para el próximo domingo 21 en el Teatro de la Maestranza.

Dos piezas fueron las elegidas, concretamente dos rondeñas, en esa pequeña muestra que se ofreció a los allí presentes y que vaticina un éxito rotundo en la próxima edición de la Bienal. Primero fue su cuerpo de baile, formado por Saray de los Reyes, Lole de los Reyes y la Marquesita -a las que Manuela llama "mis niñas"-, el encargado de representar un fragmento de esa primera parte de la obra. Posteriormente el turno pasó a la propia Manuela Carrasco, quien protagonizó otra pieza del espectáculo con la que dejó fascinados a todos, al interpretar en las tablas otra de las rondeñas, acompañada en esta ocasión de su primo el pianista Diego Amador El Churri y de José Carrasco en la percusión.

El texto de Naturaleza gitana. Gitana morena, como explica Juana Casado, quien dirige y adapta la escenografía del espectáculo, se divide en cuatro partes, correspondientes a los cuatro estados de la naturaleza. "En el planteamiento de esta obra hemos querido asociar los elementos -fuego, aire, agua y tierra- a la forma de baile de nuestra protagonista, Manuela Carrasco, y también a esos palos del flamenco que pueden representar esos componentes", asegura la directora del equipo artístico. En todas las artes se ha representado siempre la naturaleza como el escenario predilecto para la representación del pueblo gitano, y así se escenifica en este espectáculo a través de las diferentes variantes de este género.

El programa se abrirá con cantes de Levante, que intentarán prender la llama del fuego a través de una minera y de un taranto que ocupan el primer bloque de la obra. El piano se utiliza, en segundo lugar, como medio heterogéneo para definir al siguiente de los elementos que se representan, el aire, donde la protagonista interpretará al compás de este instrumento palos como rondeñas y una soleá por bulerías.

Las alegrías de Cádiz son las protagonistas de la tercera fuerza de la naturaleza, que a través de este palo del flamenco escenificará el agua. En el último bloque, que representa a la tierra, la zambra precederá a la soleá que interpretará la artista para cerrar la función, y a la que se sumará el cantaor Miguel Poveda, que a pesar de no actuar este año en solitario en la Bienal ha querido colaborar en este espectáculo en el que la naturaleza se presenta en clave gitana.

La obra pretende así provocar emociones en el espectador a través de la fuerza que el flamenco muestra en sus diferentes formas de expresión, como son la música, el cante y la danza.

La hija de José Carrasco El Sordo, que atesora a sus espaldas una larga trayectoria profesional, manifiesta estar "feliz y orgullosa de poder participar en el certamen más importante de flamenco que existe". "Es un placer estar en la Bienal de Sevilla. A pesar de los nervios voy a darlo todo. En esta función estaré acompañada de grandes artistas como mi marido Joaquín a la guitarra, Enrique El Extremeño al cante, José Carrasco a la percusión y los invitados Miguel Poveda y Diego Amador Carrasco", comenta la bailaora, quien asegura que "el Maestranza siempre ha sido un lugar que me ha dado suerte; es donde verdaderamente me siento artista. Para mí este sitio es una maravilla".

Manuela Carrasco no ocultaba su felicidad y "agradecimiento" por la buena acogida que ha tenido el espectáculo en taquilla, del que apenas quedan unas 100 entradas a la venta.

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