Crítica 'Elvis & Nixon'

Gansada sin gracia

ELVIS & NIXON. Comedia, EEUU, 2016, 86 min. Dirección: Liza Johnson. Guión: Joey Sagal, Hanala Sagal, Cary Elwes. Intérpretes: Michael Shannon, Kevin Spacey. 

Es verdad que la industria discográfica estadounidense se puso muy nerviosa cuando, cosa sin precedentes, a partir del éxito de I Want To Hold Your Hand de los Beatles a finales de 1963 y tras su arrolladora intervención en el show de Ed Sullivan en 1964, ellos y otros grupos ingleses ocuparon una y otra vez el número uno de las listas, lo que se dio en llamar "la invasión británica" entre 1963 y 1968. Es verdad que Elvis odiaba a los Beatles y que la única vez que se reunieron en su casa de Bel Air, durante la gira americana del grupo en 1965, la cosa fue más bien poco cordial (en parte por culpa del siempre grosero Lennon). Es cierto que un Elvis cada vez más majareta llegó a obsesionarse, no sólo con el futuro de la música americana y con su seguridad personal (llevaba dos pistolas siempre con él), sino con la evolución contracultural del rock, el movimiento hippie y las drogas, uniéndolo todo en una obsesión conspiratoria contra Estados Unidos. Y es por último cierto que movió cielo y tierra para que Nixon lo recibiera el 21 de diciembre de 1970, pidiéndole a un atónito presidente que le dieran una placa que lo autorizara como agente de Antinarcóticos. 

 

Con todo esto se puede montar una película seria -con sus lógicos ribetes disparatados- que analice las circunstancias del encuentro y las personalidades del cantante y el presidente al modo de la estupenda Frost contra Nixon de Ron Howard; o una comedia ácida sobre la deriva demencial de la frágil personalidad del genio de Memphis y las ambiciones del sinuoso Nixon. En ambos casos sobre el trasfondo de los convulsos Estados Unidos del 70, meciéndose entre los abismos de los magnicidios de los 60, Vietnam y el Watergate. Desgraciadamente la mediocre Liza Johnson ha optado por una astracanada ridículamente sobreactuada por Michael Shannon (el peor Elvis imaginable) y Kevin Spacey (un Nixon medianamente convincente si no le forzaran tanto a hacer el ganso). Y que sea un astracán no es el problema, sino que es una farsa mala, pesada y -lo que es peor- sin gracia. Caricatura de trazo grueso y poca sustancia crítica.

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