MARIO CAMUS | OBITUARIO

Mario Camus, de Raphael y Sara Montiel a Delibes y Cela

  • El cineasta santanderino fallecido a los 86 años fue notario de un tramo esencial de la historia de España. Director de obras maestras como 'Los santos inocentes', la elegancia presidió su vida y su obra

Mario Camus, un cineasta clásico y elegante que renovó el cine de inspiración literaria.

Mario Camus, un cineasta clásico y elegante que renovó el cine de inspiración literaria. / Efe

Mario Camus fue, es y será testigo, notario y narrador de un tramo esencial de la historia de España: el que va de los años 60 del desarrollismo a los 70 del fin de la dictadura y los 80 del asentamiento de la democracia. Y de toda su historia, no de una parte de ella vista desde una óptica parcial por excesivamente subjetiva o ensimismada como tantas veces sucedía por aquellos años en nuestro cine, partido entre lo popular comercial y lo autorial.

Su generación es la formada en los años de transición del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas creado en 1947 a su refundación como Escuela Oficial de Cinematografía en 1962 dentro de los nuevos aires del "aperturismo" de Fraga y la Dirección General de Cinematografía de García Escudero. Es la generación del Nuevo Cine Español que se dio a conocer con Los golfos (1960) de Saura, El buen amor (1963) de Regueiro, Los que no fuimos a la guerra (1962) de Diamante, Del rosa al amarillo (1963) de Summers, Los farsantes (1963) de Camus, La tía Tula (1964) de Picazo y Nueve cartas a Berta (1965) de Patino. Su compañero Borau, mayor que ellos y un poco padre por su talante, iba por otros derroteros. Era también la España del regreso de Buñuel en 1960 para rodar Viridiana, las cumbres berlanguianas de Plácido (1961) y El verdugo (1963), la rareza de El extraño viaje (1964) de Fernán Gómez, Atraco a las tres de Forqué que prolongaba en solitario el compromiso entre calidad y comercialidad que había alcanzado el cine español en los 50 y del auge definitivo de la comedia desarrollista -El día de los enamorados y La gran familia (Palacios, 1959 y 1962), La ciudad no es para mí (Lazaga, 1965)- que pronto cedería el paso al destape, el landismo y la tercera vía de Dibildos.

Lo que les agrupa como generación es la EOC y lo que sus películas representaron a principios de los 60. Eran los años de la rigidez ideológica del cine de compromiso con mensaje (que en España tenía el valor añadido de enfrentarse al Régimen) y la rigidez formal del cine de autor. Borau estaba mal visto por haberse dedicado al cine comercial rodando un western (Brandy, 1964) y un policíaco (Crimen de doble filo, 1965), y Summers pronto lo estaría por dedicarse al destape (No somos de piedra, 1968), mientras las trayectorias de Saura, Patino y Picazo seguían las sendas del cine comprometido de autor. Es en este contexto donde Mario Camus aparece como un equilibrista y un notario de la realidad cultural, social y cinematográfica de la España de entre los 60 y los 80.

El joven director de Los farsantes -crónica coescrita con Daniel Sueiro de una mísera compañía de cómicos- y Young Sánchez -cruda historia de los niveles más chanchulleros del boxeo-, ambas de 1963, dirigió después una película de suspense interpretada por Alberto Closas y la hoy olvidada belleza Gisia Paradis (Muere una mujer, 1964) y una comedia basada en una obra teatral de Joaquín Calvo Sotelo interpretada por Alberto Closas y José Luis López Vázquez (La visita que no tocó el timbre, 1965) que anticipaba la moda posterior de comedias de solterones que han de hacerse cargo de un bebé. Tras ellas dirigió a la mayor estrella de la canción del momento, Raphael, en Cuando tú no estás (1966), Al ponerse el sol (1967) y Digan lo que digan (1968), y a la estrella y sex symbol nacional Sara Montiel en Esa mujer (1969). Añadiendo un melodrama (Volver a vivir, 1968) con las estrellas Raf Vallone y Lea Massari. Este era el Camus profesional que resolvía con solvencia encargos y reflejaba en sus películas la nueva (Raphael) o menos nueva (Saritísima) cultura popular del momento. Lo que no supone que abandonara su línea más personal: en 1965 sorprendió con un raro film social con aire de western (Con el viento solano) que fue nominada a la Palma de Oro en Cannes y en 1971 insistió en esta línea de cine social con aire de western con La cólera del viento, interpretada por la estrella del espagueti western bufo Terence Hill, que un año antes había arrasado las taquillas con Le llamaban Trinidad.

Fotograma de 'Los santos inocentes', una de sus obras maestras. Fotograma de 'Los santos inocentes', una de sus obras maestras.

Fotograma de 'Los santos inocentes', una de sus obras maestras.

A partir de los 70 la carrera de Camus tomó un rumbo más definido, sin alejarse nunca del todo de la cultura popular con importantes trabajos en series televisivas (Los camioneros, Curro Jiménez, Paisajes con figuras, Fortunata y Jacinta) y películas comerciales estimables (La leyenda del alcalde de Zalamea, La joven casada, Los pájaros de Baden-Baden, Los días del pasado). Hasta romper en los 80 con sus dos obras maestras: La colmena (1982, Oso de Oro en el Festival de Berlín) y sobre todo Los santos inocentes (1984, premio a Rabal y Landa en Cannes). Toda su profesionalidad como director de oficio y toda su creatividad como autor se unían en estas dos extraordinarias películas que dieron una nueva dimensión al cine de inspiración literaria del que tanto se abusó en los 80.

El resto de su filmografía en los 80 y los 90 es de una gran elegancia (palabra importante para definir a Camus en lo personal y lo creativo) y solidez: La vieja música, La rusa, La casa de Bernarda Alba, Adosados, El color de las nubes o la miniserie La forja de un rebelde. En 1998 volvió a interesarse por la cultura popular asumiendo la dirección de El regreso del Coyote. Fue un error a causa de la caótica producción. Tampoco acertó al adaptar el éxito de Eduardo Mendoza La ciudad de los prodigios en 1999. Fue el final de su carrera. En el siglo XXI solo rodó dos películas -La playa de los galgos en 2002 y El prado de las estrellas en 2007- con resultados dignos pero discretos.

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