Crítica de Cine

Posesión a la rumana

Una imagen de la película que dirige Xavier Gens.

Una imagen de la película que dirige Xavier Gens.

La Rumanía rural sigue nutriendo el imaginario para el cine de terror, aunque esta nueva película de género cambie el tradicional argumentario vampírico por el mucho más a la moda asunto de las posesiones y los exorcismos.

La película que dirige el prolífico y anodino Xavier Gens, que aún tiene en cartelera su La piel fría, pelea a duras penas y sin dar apenas miedito contra numerosos obstáculos a partir de una supuesta premisa basada en hechos reales y su explotación indisimulada de clichés de usar y tirar. Y es que resulta poco menos que risible tragar con el hecho de que una reportera americana viaje hasta Rumanía para investigar un caso de posesión, y menos aún que todos y cada uno de los lugareños de la aldea donde ocurren los hechos demoníacos hablen un perfecto inglés (castellano con acento ruso para la versión doblada) a la hora de dar todas las claves necesarias para desentrañar el misterio.

De paso, The Crucifixion se hace fuerte en el tópico del atraso cultural y social rumano en el que las supersticiones campan a sus anchas entre estampas e imaginería religiosa de saldo, sustillos de espejos, ventanas abiertas y efectos de sonido y levitaciones digitales bajo la lluvia a cámara lenta.

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