Remember Me | Crítica

Telefilme de sobremesa de fin de semana

El veterano Bruce Dern.

El veterano Bruce Dern.

Hay actores que ganan mucho, o incluso todo, al envejecer. Especialmente algunos de los últimos años 60 y los 70. Es el caso del Tony Musante que va de El pájaro de las plumas de cristal o Anónimo veneciano a la espléndida madurez de La otra cara del crimen, del Frank Langella de Drácula o La esfinge al soberbio de El desafío: Frost contra Nixon, del Elliott Gould de MASH o El largo adiós al de la saga Ocean’s o, muy especialmente, del Bruce Dern de La trama o El gran Gatsby –que parecía siempre un error de casting– o la tramposa El regreso al espléndido de Nebraska o el de los últimos artefactos tarantinianos, incluido el que está por llegar el próximo día 15. Por eso este (ahora, no antes) muy buen actor no merecía estar en este telefilme de sobremesa de fin de semana disfrazado de película con sentimientos.

Porque poco más es esta cosita que trata del nuevo florecer de amores más que marchitos entre un octogenario viudo y una antigua actriz de teatro enferma de alzheimer. Lo que él haga para lograr reunirse con ella y hacerle recordar el olvidado amor es la base de la trama que tiene un par de ramificaciones amistosas (otro gran actor, Brian Cox, desaprovechado) y familiares (hija, yerno, nieta) que no aportan nada. La dirige con oficio, pero sin inspiración, el madrileño Martín Rosete, pues se trata de una coproducción hispano-franco-estadounidense en la que también intervienen Verónica Forqué, Isabel García Lorca y Jesús Vidal. Que un director español se pueda permitir los lujos de Dern y Cox habría merecido más empeño y menos gero-sentimentalismo medicalizado de sobremesa.

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