Dirigió 'Cantando bajo la lluvia'

Stanley Donen, genio del cine y maestro de la felicidad inteligente

  • Fallece a los 94 años el último clásico vivo de Hollywood que realizó obras maestras como 'Siete novias para siete hermanos'

Stanley Donen con su Oscar honorífico.

Stanley Donen con su Oscar honorífico.

Hay productores tan creativos y geniales como los directores. Ha muerto Stanley Donen, a sus 94 años el último clásico vivo que realizó obras maestras desde finales de los años 40. Pero para hablar del genio de Donen hay que empezar haciéndolo del genio del productor Arthur Freed, un pianista, compositor y letrista que se labró un nombre con la dirección musical de los espectáculos de vaudeville de los hermanos Marx. En 1928, en plena transición del mudo al sonoro, la Metro lo fichó para su departamento musical y allí hizo feliz pareja con Nacio Herb Brown. Sus primeras colaboraciones fueron las canciones -entre ellas Singin’ in the Rain- para el primer musical del estudio, The Hollywood Revue of 1929. En los 30 Warner Bros, con Busby Berkeley, y RKO, con Fred Astaire, reinaban en el musical para desesperación de la poderosa Metro. En 1939 la productora rodó la costosa El mago de Oz en la que Freed asumió tareas auxiliares de producción. Tras ella produjo los musicales adolescentes de Mickey Rooney y Judy Garland, convenció al estudio para que le robara Astaire a la RKO y Berkeley a la Warner, fichó en Broadway al bailarín Gene Kelly y al director Vincente Minelli y en 1944 produjo para este Meet Me In St. Louis, que marcó el inicio de la década de oro de los musicales Metro y le procuró a Freed un privilegio único: tener su propia unidad de producción en MGM, incluso con oficinas y edificio propio además de libertad casi absoluta. Gene Kelly le propuso que contratara a un bailarín y actor llamado Stanley Donen, que había trabajado con él en Broadway en Pal Joey. Y así llegó Stanley Donen a Hollywood.

Como asistente coreógrafo sus primeros trabajos importantes fueron Levando anclas (George Sidney, 1945) y Llévame a ver el partido (Busby Berkeley, 1948), ambas interpretadas por Kelly y Sinatra. Tras el éxito de esta última Freed confió su primera dirección conjunta a Donen y Kelly, Un día en Nueva York (1949), un musical de Leonard Bernstein tan moderno que le impusieron cortes que enfurecieron al compositor. Aún así su inicio, rodado en el puerto de Nueva York con un realismo nunca antes visto, inició una nueva época para el género. Tras él Freed ofreció a Donen un contrato como director. Su primer trabajo fue Bodas reales (1951), con Fred Astaire y Jane Powell. El prestigio de Freed en la Metro le valió convencerla para abordar un proyecto suicida: un musical retro basado en su vieja canción Singin’ in the Rain y otras compuestas por él y Nacio Herb Brown en los años 20 y 30, ambientado en el Hollywood en tránsito del mudo al sonoro. Un año antes Freed y Minnelli habían alcanzado el mayor éxito musical de la Metro con la innovadora Un americano en París. Retroceder al vaudeville y los años 20 parecía un error. Pero una vez más Freed ganó al confiar la dirección a Donen y Kellky. Lo que podía ser un musical retro se convirtió en una de las primeras reflexiones de Hollywood -junto a Sunset Boulevard de Wilder (1950)- sobre sí mismo en otro momento de radical transformación.

Tras este clásico Donen trabajó en algunos de los más grandes musicales Metro: Tres chicas con suerte (1953), Siete novias para siete hermanos, Profundamente en mi corazón (ambas de 1954) y Siempre hace buen tiempo (1955), su último musical en esta productora. Como director independiente trabajó para Paramount en Una cara con ángel (1957), con Astairse y Hepburn, y para Warner en The Pijama Game (1957), con Doris Day, revolucionando otra vez el género al dar protagonismo a las innovadoras coreografías de Bob Fosse. En 1958 se inició en la alta comedia con Indiscreta, con Ingrid Bergman y Gary Grant, y, tras retornar al musical con Malditos yanquis (1958), se afirmó en la comedia con Una rubia para un gángster (1959), Volverás a mí (1960) y sobre todo Página en blanco (1960) con Cary Grant y Deborah Kerr.

Nuevo cambio de rumbo. Felizmente asociado con el compositor Henry Mancini en sus siguientes tres películas, Donen obtuvo uno de sus mayores éxitos con la innovadora comedia de suspense Charada (1963), con Cary Grant y Audrey Hepburn, a la que siguió Arabesco (1966), con Gregory Peck y Sophia Loren, algo inferior pero encantadora e inteligente. Tras ellas, y siempre con música de Mancini, rodó una de las mejores y más innovadoras (por su montaje) comedias sentimentales de la historia del cine, Dos en la carretera (1967), con Audrey Hepburn y el recientemente fallecido Albert Finney. Y ahí acabó su deslumbrante trayectoria iniciada en 1949.

Fotograma de 'Dos en la carretera'. Fotograma de 'Dos en la carretera'.

Fotograma de 'Dos en la carretera'.

No es cómodo ser un clásico vivo en tiempos de vertiginosos cambios como los últimos 60 y 70. En los siguientes 20 años, hasta su retirada en 1984, Donen solo dirigió dos películas interesantes, la entonces atrevida comedia gay La escalera (1969), con unos fabulosos Rex Harrison y Richard Burton, y Los aventureros del Lucky Lady (1975), con Liza Minnelli. Ambas por debajo de su genio.

Hoy el American Film Institute considera Cantando bajo la lluvia el mejor musical de la historia del cine americano y el British Film Institute la ha incluido en su prestigiosa y fiable lista de las diez mejores películas de la historia del cine. Donen desde luego es esta película, pero también es Sinatra, Kelly y Munshin cantando New York, New York, Howard Keel cantando Bless Your Beautiful Hide y Jane Powell Wonderful, Wonderful Day, Hepburn y Astaire cantando Bonjour Paris, Carol Haney y John Raitt cantando Hernando’s Hideaway o el rostro de Audrey Hepburn con el fondo de las canciones Charade y Two for the Road de Mancini. No es poco. Tuvo el don de hacernos felices con creatividad e inteligencia. Por ello, gracias, Donen.

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