Con canas y a lo loco | Crítica

La flauta de Diane Keaton

Diane Keaton, en 'Con canas y a lo loco'.

Diane Keaton, en 'Con canas y a lo loco'. / D. S.

Pocas estrellas tan limitadas y con más suerte que Diane Keaton. Estuvo donde había que estar en el momento exacto. En 1972 fue elegida para interpretar El Padrino y Sueños de un seductor, versión cinematográfica de la comedia de Woody Allen Play It Again, Sam que ella había interpretado en el teatro. La primera la inscribió desde el principio -no tenía filmografía anterior- en la mejor historia del cine y la segunda tendió ante ella una escalera que, ascendiendo, ascendiendo, acabará por llevarla a las obras maestras Annie Hall y Manhattan que, junto a las dos entregas de El Padrino, la colocaron para siempre en las cumbres del cine. El resto de su carrera -y estamos hablando de los 40 últimos años- oscila entre la corrección, la mediocridad y el fiasco. Pero Coppola y Allen la llevaron al Olimpo haciéndole dar cuánto podía dar como actriz dramática y de comedia, siendo el último su mejor registro. Ya conocen la fábula de Iriarte: "En la flauta el aire /se hubo de colar, / y sonó la flauta / por casualidad". En este caso no hay solo casualidad, también algo de talento y sobre todo suerte, mucha suerte.

Con canas y a lo loco -desafortunado, por decir algo, título español de Mack & Rita- nada añade a su ya larga carrera pese a pertenecer a su mejor registro de comedia. Interpreta a una mujer de 30 años (Mack: Elizabeth Lail) que desearía tener muchos más para no tener que luchar ni demostrar nada. Cuando su deseo se cumple y se convierte en una señora mayor (Rita: Diane Keaton), porque se trata de una comedia fantástica que puede recordar aquella Big de Tom Hanks, descubre que la madurez no es tan rosa como ella, sugestionada por la personalidad de su abuela, soñaba.

Tan tonta como su título español desvela (eso sí que hay que agradecérselo: pone en guardia) propone una vez más -¿cuántas van ya?- a la peor Diane Keaton de gracietas y morisquetas. Dije que su mejor registro, dentro de sus limitaciones, es la comedia. Y es cierto. Pero a condición de que al otro lado de la cámara esté su Pigmalión, antigua pareja y gran amigo Woody Allen.

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