Cine

El creador del universo Bond

  • El alemán Ken Adam, el 'arquitecto' que diseñó los majestuosos y futuristas platós de la saga en los 60 y 70 y trabajó también para Kubrick, murió la semana pasada en Londres a los 95 años.

Entre 1948 y 1960 Ken Adam veló sus armas antes de ser nombrado caballero del diseño de producción -cosa que realmente acabó siendo porque su genio le valió el título de Sir- en los departamentos artísticos que crearon los decorados de La vuelta al mundo en 80 días o Ben-Hur. Se formó en los últimos años dorados de los grandes estudios de Hollywood. Su primer trabajo importante como diseñador jefe de producción fueron La noche del demonio de Tourneur (1957), Traición en Atenas y Sodoma y Gomorra de Aldrich (1959 y 1962) y Los juicios de Oscar Wilde de Hughes (1960). Esta última hizo su fortuna porque la producía Albert Cubby Broccoli quien, junto a Harry Saltzman, estaba preparando Dr. No, la primera película de la serie Bond. Pero antes de convertirse en uno de los más importantes diseñadores de producción, comparable a los dioses Otto Hunte, Cedric Gibbons, William Cameron Menzies, Van Nest Polglase, Hal Pereira o Alexander Trauner, Ken Adam había vivido ya tres vidas.

La primera fue como el niño Klaus Hugo Adam, hijo del propietario de una lujosa tienda de alta costura en Berlín. Dado que eran judíos la propiedad fue incautada y en 1934 la familia emigró a Inglaterra. Allí inició su segunda vida. En 1939 dejó sus estudios de arquitectura para unirse como voluntario a una unidad de diseño de refugios contra los bombardeos. Con 19 años logró ser uno de los tres únicos alemanes admitidos en la RAF, demostrando tanto valor y precisión que fue apodado the tank-buster (el despanzurra-tanques). Tras la guerra inició su tercera vida como delineante en equipos de diseño de producción hasta convertirse en diseñador jefe y encontrarse con Cubby Broccoli en 1960. Se iniciaba su cuarta y larga vida llena de éxitos.

Broccoli y Saltzman habían montado en 1961 Eon Productions. No tenían muchos medios, pero sí un tesoro: los derechos sobre las novelas de Ian Fleming protagonizadas por James Bond, que desde 1953 conocían un enorme éxito. Con este aval, y apoyados por United Artist, preparaban la producción de Dr. No. Además de los activos de Sean Connery como 007 y de la modelo Ursula Andress como primera Bond Girl, Broccoli y Saltzman querían definir un nuevo concepto de modernidad -se iniciaba la gran década pop- que diferenciara la película de lo hasta entonces producido en el cine de acción. Con instinto genial eligieron a Frank MacCarthy para la cartelería, a Maurice Binder para los títulos de crédito (incluido el famoso gunbarrel que abre las películas), a John Barry para la música y a Ken Adam para los decorados. Los cuatro son los creadores del universo Bond.

Adam diseñó el metalizado mundo ultramoderno, pop-futurista, de todos los Bond desde 1962 hasta 1979. Ocupándose no sólo de los decorados, sino también de la totalidad de los elementos presentes en el plano. Suyos son el laboratorio subterráneo de Dr. No; el Aston Martin, el salón donde los gangsters son gaseados y el gigantesco interior de Fort Knox de Goldfinger (la casualidad ha querido que Adam muera una semana después de George Martin, productor del tema principal de la película, compuesto por Barry y cantado por Shirley Bassey); la sala de reuniones de Spectra de Operación Trueno; el volcán convertido en base de lanzamiento de cohetes espaciales de Sólo se vive dos veces (el mayor decorado alzado hasta entonces en Inglaterra, tan alto que fue necesario abrir el techo del mayor plató de los estudios Pinewood). Y así hasta Moonraker...

Adam fue el alma visual de Bond, pero no sólo eso. El año de Goldfinger diseñó para Kubrick la colosal y futurista sala de guerra de ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú. Su trabajo fue tan excepcional que Kubrick le encargó los decorados de 2001: una odisea del espacio, pero rechazó el encargo por estar ya muy avanzada la producción y no poder controlar la totalidad. Se reencontrarían en Barry Lyndon, por cuyo espectacular, bello y refinado diseño de producción recibió su primer Oscar (el segundo lo lograría por La locura del Rey Jorge).

Al margen de estos trabajos se le deben, entre otros, los diseños de producción de Ipcress, Chitty Chitty Bang Bang (incluido el famoso coche volador), La huella o Goodbye Mr. Chips. Era un genio cuyo nombre es casi desconocido para el gran público. Reconociéndolo, se le concedió el título de Sir y el museo Victoria & Albert de Londres le dedicó en 1999 la exposición antológica Ken Adam: diseñando la Guerra Fría.

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