Libélulas | Crítica

Tics de la mala vida suburbial

Milena Smit y Olivia Baglivi en una imagen del filme.

Milena Smit y Olivia Baglivi en una imagen del filme.

Entre los kids de Larry Clark y los paisajes suburbiales de Sean Baker, entre la serie Euphoria y los videoclips de Rosalía, el debut del anglo-español Luc Knowles huele demasiado a fotocopia de numerosos lugares del cine indie norteamericano, tantos que, salvo por el hecho de que las chavalas y chavales protagonistas hablen español, se diría que estamos ante una producción salida, y no precisamente ayer mismo, de Sundance o el SXSW de Texas.

La cosa va de la mala vida y los sueños truncados en el arrabal, de un espacio indeterminado de caravanas y casas prefabricadas, de trapicheo, encuentros sexuales, ataduras y familias desestructuradas, paisaje white trash de manual que Knowles no duda en filmar igualmente con todos esos tics entre cinematográficos y publicitarios, la mayoría muy caprichosos, que algún incauto comprará como marca registrada de poesía urbana cuando en realidad se trata de mero postureo de la precariedad maldita.

Añadan a la sororidad lumpen y a los deseos de escapada del gueto una forzada trama criminal-policiaca y una banda sonora flamenco-electro a la medida, y tendrán los ingredientes para un nuevo y artificial producto a la moda que, con el reclamo de Milena Smit, que se ajusta como un guante a su criatura, tal vez dé el pego entre el público juvenil desorientado.