Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido | Crítica

Un romance soñado

Natasa Sork en una imagen del filme de Lili Horvát.

Natasa Sork en una imagen del filme de Lili Horvát.

Marta, una joven y reputada neurocirujana húngara, regresa a Budapest para encontrarse con el hombre del que se ha enamorado en un congreso médico en New Jersey, donde ahora reside y trabaja. O al menos eso es lo que cree y nosotros con ella. Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido se abre ya desde su primera secuencia, con la espera en el famoso puente de la Libertad, a la ambigüedad respecto a si esa cita y ese hombre son reales o bien una proyección imaginaria, una fantasía romántica que sólo existe en su cabeza.

La segunda película de Lili Horvát (The Wednesday child), ganadora en el Festival de Valladolid de 2020, se mueve así en ese interregno incierto apegada a una elegante puesta en escena, a las texturas analógicas de su fotografía en 35mm y a la vieja ciudad y sus arquitecturas (el gran apartamento vacío, el hospital) como escenario inquietante y poderoso para un juego de búsqueda interior y exterior en el que no se terminan de mostrar todos los trazados sobre el mapa.

Con ciertas reminiscencias a Kieslowski, el filme deambula así con cierto interés por los recovecos de la psique femenina, por sus dudas y proyecciones, otorgando un papel importante a la música (Schubert, Dvorak, Beethoven) como espejo del discurso amoroso y nexo de unión entre una mujer y un hombre en constante fuga. La cámara se acerca a la fría belleza azul de Natasa Stork buscando escrutar en el primer plano algunas certezas, pero la película funciona siempre mucho mejor cuanto más se mueve en el territorio de la penumbra, la elusión y la duda.