Entendiendo a Ingmar Bergman | Crítica

Von Trotta vuelve a Farö

Doce años después de su muerte, la figura y el cine de Ingmar Bergman (1918-2007) siguen suscitando publicaciones, nuevas ediciones restauradas o documentales que, como este de Margarethe Von Trotta, ilustre representante del Nuevo Cine Alemán, siguen indagando en zonas más o menos conocidas y rincones más o menos oscuros de una obra y un creador capitales en la Historia del cine y la cultura del siglo XX.

Y esas zonas son aquí por lo general ya transitadas e iluminadas, aunque Von Trotta en primera persona haga un leve esfuerzo por relacionarlas con su propia trayectoria (Bergman incluyó sus Hermanas alemanas en un ciclo con sus películas preferidas) y con la influencia que, de manera más o menos explícita, se deja sentir en su filmografía, sobre todo aquella más centrada en cuestiones relativas a la religión, la fe o los dilemas morales de la condición humana.

Por lo demás, Entendiendo a Ingmar Bergman sigue un trazado más o menos previsible al encuentro de viejos colaboradores y amigos (Liv Ullmann, Stig Björkman, Rita Russek) dispuestos a rememorar anécdotas personales; de su hijo Daniel, tal vez el único que aporta una visión más bien amarga y desmitificadora de su padre en tanto que figura paterna ausente; y también de algunos cineastas o guionistas que, como Olivier Assayas, Jean-Claude Carrière, Mia Hansen-Love o unos prescindibles Carlos Saura y Ruben Östlund, hablan del autor de El séptimo sello, Fresas salvajes, Persona, Secretos de un matrimonio o Fanny y Alexander en términos más o menos analíticos.

Incluyendo también fragmentos de entrevistas y testimonios del cineasta y material de archivo de rodajes o ensayos teatrales, recorriendo sus distintas etapas y con algunos apuntes de su vida privada, el documental se mueve siempre entre lo correcto y lo didáctico, incidiendo en las transferencias de la personalidad de Bergman a su obra y confirmando uno por uno aquellos preceptos y rasgos que, a los ojos de los jóvenes cahieristas, lo convertirían en el epítome del auteur moderno por excelencia.