La conferencia

Excelente película, rigurosa lección de historia

La película recrea una reunión de los poderes alemanes para abordar el plan para el exterminio de los judíos.

La película recrea una reunión de los poderes alemanes para abordar el plan para el exterminio de los judíos. / D. S.

En un palacete de Wannsee, cerca de Berlín, el sábado 20 de enero de 1942 se celebró una conferencia convocada por Heydrich a la que asistieron representantes de todos los poderes del Estado: Hoffmann (SS), Müller (Gestapo), Schöngarth (policía), Klopfer y Kritzinger (Cancillería del Reich), Lange (Einsatzkommando o escuadrones de exterminio), Leibbrandt y Meyer (Ministerio para los Territorios Ocupados del Este), Bühler (Gobierno General de la Polonia ocupada), Freisler (Ministerio de Justicia), Stuckart (Ministerio del Interior), Neumann (Plan Cuatrienal), Luther (Ministerio de Exteriores) y Eichmann (redactor del protocolo de exterminio decidido en esta reunión y organizador de la logística de la deportación en masa).

El exterminio de los judíos de los países ocupados o en guerra con Alemania había sido decidido por Hitler, notificándoselo verbalmente a Göring, quien se lo trasladó por escrito a Heydrich en julio de 1941. De lo que se trató en Wannsee es de decidir los antecedentes familiares para establecer hasta donde había que remontarse para considerar a alguien judío, del exterminio de la totalidad de los judíos –11 millones según la lista elaborada por Eichmann– que vivían en los países neutrales o amigos además de los ya empezados a exterminar en los ocupados y los enemigos, de los aspectos prácticos de la deportación y de la eliminación total de la forma más eficaz. Pura racionalidad alemana, nada de locura.

Ese mismo enero de 1942 empezaron las deportaciones masivas y a los pocos meses funcionaban las fábricas de la muerte en los campos de exterminio. Había prisa. La guerra en el frente oriental se alargaba más de lo previsto (ese mismo año comenzó el fallido asedio de Stalingrado), Estados Unidos había entrado en la guerra un mes antes de la reunión, en diciembre de 1941, abriendo el frente occidental y urgía el exterminio de todos los judíos por imperativo racial, ya que no tenía ninguna incidencia en el desarrollo de la guerra y, por el contrario, distraía medios y tropas. 

El cine y la televisión se han ocupado dos veces de esta conferencia en la que solo en 90 minutos se ultimó la logística del exterminio de seis millones de personas: La conferencia de Wannsee, telefilme austríaco de 1984, y La solución final, honesta y premiada  producción de BBC/HBO perjudicada por un cierto exceso de dramatización y sobre todo por los actores famosos que la interpretaban –Kenneth Branagh, Stanley Tucci, Colin Firth, Kevin McNally– que superponían sus reconocibles rostros a los de los personajes históricos que interpretaban. Una de las muchas virtudes de La conferencia es nuestro desconocimiento de sus intérpretes, lo que facilita ver en ellos a los personajes reales. Esta virtud se une a la del seguimiento minucioso de las actas de la reunión -de las que se salvó una copia- con total fidelidad histórica. Virtud que a su vez se une a la gélida y distante puesta en imagen que refuerza la sensación de objetividad del documental.

Matti Geschonneck logra una obra extraordinaria por su helado rigor, imprescindible por la obligación de que quien no conozca lo que allí pasó lo haga y quien lo conozca no lo olvide, y terrorífica por su perfecta recreación de la frialdad racional: no son locos, ni fanáticos que han perdido la razón; saben lo que están haciendo (porque las matanzas de judíos habían empezado antes), saben lo que quieren hacer (pasar de la fase artesanal de matar el mayor número posible de judíos a la planificación industrial que permita exterminarlos a todos) y estudian la forma más eficaz, racional y rápida de hacerlo (las cámaras de gas).   

Geschonneck, realizador televisivo de larga trayectoria y director de En tiempos de luz menguante (2017), una gran película que reflexiona sobre el ocaso de la Alemania comunista a finales de los 80 y contiene una de las últimas formidables interpretaciones del gran Bruno Ganz, demuestra una capacidad de contención admirable y un uso inteligente del distanciamiento para literalmente meternos en esta reunión tan importante en la planificación del mayor crimen de la historia cuya monstruosidad se multiplica por su fría eficacia industrial, por perpetrarlo una de las naciones más cultas del mundo y por tratarse de una matanza de una escala hasta entonces desconocida que no perseguía objetivos militares ni de conquista de territorios y expolio de sus riquezas. Excelente película, rigurosa lección de historia. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios