Crítica de cine (SEFF 2017)

El largo camino hacia la recompensa

Hay que recorrer un largo camino para obtener la recompensa escondida en el último tramo del segundo largo de Massadian (Nana). Hay que pasar primero por el retrato distanciado de una relación de pareja adolescente con trazos de marginalidad y rebeldía romántica entre las cuatro paredes de una casa ocupada en una zona industrial en el Canal de la Mancha. Hay que atravesar luego la desaparición, el desconcierto, la espera y una nueva rutina, también observada con frialdad y pocas palabras: la del trabajo de Milla en un hotel, un espacio igualmente fantasmal donde se pueden espigar algunas historias secretas, un atisbo de amistad e incluso algunos escenarios de furia rockera.

Hay que pegarle, en fin, otro buen tajo al tiempo para arribar a esa hermosa lactancia en primer plano, a ese juego íntimo y cómplice entre madre e hijo al que asistimos ya sin demasiados artificios aunque igualmente ajenos a explicaciones: una mujer en pleno proceso de aprendizaje de comunicación con su criatura, un diálogo ininteligible aunque maravilloso, un baño de agua tibia y una impagable sonrisa.

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