Crítica de Cine

El paraíso de la infancia

Una imagen de la hermosa película que firma el francobelga Olivier Ringer.

Una imagen de la hermosa película que firma el francobelga Olivier Ringer. / d. s.

Si la crítica de cine sirviera realmente para algo (importante), convertiría esta Aves de paso en un verdadero acontecimiento más allá de su condición de película infantil europea premiada en varios festivales especializados (el SEFF entre ellos). Es más, si fuera una cinta de animación, no sería extraño verla en algunas de tantas listas cinéfilas con lo mejor del año.

Nuestro entusiasmo indisimulado por esta historia de amistad entre dos niñas (de verdad) y un simpático pato liberado (de plumas auténticas) alcanzará a lo sumo a alentar a algún padre valiente al que no le resulte demasiado difícil convencer a su prole de ir a ver una película franco-belga de personajes de carne y hueso sin voces ni nombres conocidos, una fábula de pequeñas aventuras cotidianas contada con un tacto, una contención y una delicadeza que ahuyentan en todo momento la tentación de la cursilería y ese tonito condescendiente con la inteligencia de los infantes que tantas veces suple con colorines, velocidad de crucero y moralejas conservadoras la verdadera exploración de la vida, sus ciclos, reveses y secretos.

Aves de paso está protagonizada, decíamos, por una niña hija de padres separados, su amiga discapacitada y un pato recién nacido de un huevo que la primera recibió como regalo. Los tres se aventuran a un viaje de iniciación por el sentido de la responsabilidad, la solidaridad incondicional, el ecologismo bien entendido y el placer del juego en libertad lejos de la mirada y el control de los padres.

Ringer sabe situarse a la altura (moral) de estas niñas, las acompaña con suavidad y un leve sentido del humor que hace de esta Aves de paso algo mucho más serio e importante de lo que realmente podría parecer. Contar bien la infancia ha sido siempre un reto para el gran cine adulto. Esta película consigue hacerlo sin renunciar a la lucidez y la candidez aún por corromper de los niños.

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