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Eternamente joven

Detalle de una viñeta del volumen.

Detalle de una viñeta del volumen.

Hablando dioses y demonios, Norma está publicando también uno de los títulos más excitantes del panorama estadounidense de los últimos años, The Wicked + The Divine, en el que distintas divinidades habitan entre nosotros convertidas en estrellas del pop. La serie comenzó a mediados de 2014 y terminó en 2019, después de 45 números regulares y seis especiales publicados por Image. Es obra de Kieron Guillen y Jamie McKelvie, una pareja de británicos que ha dejado para el recuerdo otros tebeos sobresalientes como Phonogram (19 números publicados por Image entre 2006 y 2016) o una reciente versión de Young Avengers (apenas 15 números, de Marvel, claro está, en 2013 y 2014).

El primero va de un brujo que usa la música pop británica para realizar sus hechizos y el segundo nos presenta a los jóvenes Vengadores como lo que realmente son, jóvenes. La narrativa de Gillen es intencionadamente superficial, en el sentido de que trata de reflejar la propia superficialidad de los temas propuestos, y la estética de McKelvie, limpia y brillante, sintoniza con ello a la perfección, de modo que la unión de ambos nos devuelve unos tebeos que no solo pretenden ser modernos, sino que lo parecen.

Además de las citadas, el dúo ha firmado otras cosas, aunque quizá su obra más lograda hasta la fecha sea precisamente The Wicked + The Divine, o, al menos, es con la que han logrado asaltar (merecidamente) todas las listas de los mejores cómics de la última década. El argumento, ya lo he dicho, va de dioses encarnados en estrellas mediáticas (dichos dioses vienen reencarnándose desde antiguo, con la particularidad de que siempre viven a tope y mueren jóvenes para dejar un bonito cadáver antes de su siguiente reencarnación).

De momento, Norma ha publicado seis volúmenes (si no me equivoco, faltan dos de la serie regular y otro con los especiales), el último de los cuales se titula Fase imperial, segunda parte y recopila los números 29 a 33, de 2017. Hedonismo y nihilismo, diversión y angustia a raudales.

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