cómics

Sin familia, ni linaje

  • Con el pulso de las grandes obras, el libro de Moreau lleva hasta la Islandia del siglo XVIII, uno de los periodos más oscuros de su historia

Detalle de una página de la obra.

Detalle de una página de la obra.

Nacida en el boom del tebeo de autor de los 80 y superviviente a todos los cracks que han venido desde entonces, la catalana Norma Editorial se puso a editar en serio más o menos cuando yo me puse a leer en serio, y buena parte de mi sensibilidad lectora se debe al buen ojo del catálogo que nos descubrió a Enki Bilal, François Bourgeon o Vittorio Giardino, a Miguelanxo Prado y Daniel Torres. Muy pronto me acostumbré a revisar periódicamente los títulos publicados por Norma (llevo cuatro décadas haciéndolo) y no hay mes que no desee agenciarme tal o cual álbum (en esta misma página tienen dos imponentes integrales que ya enriquecen mi colección), ni mes que los de Rafa Martínez no me tengan reservada alguna sorpresa. De este último apartado, el de las sorpresas, les traigo aquí dos muy recientes: Annmarie, de María Castrejón y Susanna Martín, y La saga de Grimr, de Jérémie Moreau.

Lo primero es, según reza la cuarta de cubierta, "la biografía de un icono del feminismo en el periodo de entreguerras", más concretamente de la escritora y fotógrafa Annemarie Schwarzenbach (Zúrich, 1908-Sils im Engadin/Segl, 1942). En palabras de Berta Jiménez Luesma, que firma un extenso e intenso prólogo, la novela gráfica en cuestión no es "una obra inofensiva, sino pura dinamita dibujada". Y es que Annemarie fue un personaje transgresor hace casi un siglo y lo sigue siendo hoy día. "Hedonista, depresiva, frecuente de la noche, desagradable, cortante y testaruda (...) promiscua, sáfica, ambiciosa y una gran periodista internacional", Annmerie reivindica con su actitud y su propia vida "el derecho al mal: el derecho a no tener que sonreír, a ser inestable, a no ser femenina, a ser toxicómana, a viajar sola o acompañada de otra mujer por el mundo, a no tener que ser heterosexual". Pero no crean que esto es un panfleto o una tesis doctoral, se trata de un relato tan elegante como apasionado, un cómic que hilvana con belleza las peripecias de esta viajera infatigable, una figura irredenta, rebosante de talento.

Lo segundo se alzó con el Fauve d'or, o sea, con el premio al mejor cómic en el Festival Internacional del Cómic de Angoulême 2018. Con todo merecimiento, pues es visualmente portentoso y tiene el pulso de las grandes obras. El libro de Moreau me atrapó desde la primera página y me tuvo con la boca abierta hasta el final. El argumento nos lleva a la Islandia del siglo XVIII, a "uno de los periodos más oscuros de su historia", para narrarnos la epopeya de Grimr, un niño pobre escapado de las erupciones volcánicas que matan a su familia. El protagonista es un héroe sin linaje que se abrirá paso "en la isla más peligrosa del mundo", situada como está sobre "un monstruo con fuego en las entrañas", según explica el pícaro Vigmar, que es quien rescata al niño de una cuerda de esclavos y lo pone rumbo a su destino. Claro que el verdadero peligro no será la actividad volcánica, sino el trato con los congéneres, las crueldades y falsedades de la sociedad. Una auténtica maravilla.

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