cómics

Lo inefable

Varias viñetas del volumen.

Varias viñetas del volumen.

Considerado con justicia uno de los mejores artistas de cómic de todos los tiempos, Alberto Breccia fue un investigador de las posibilidades del maridaje entre letra y dibujo. Su bibliografía está cuajada de obras maestras, realizadas en los más diversos estilos, buscando siempre el más adecuado para expresar el sentido profundo del guion, y una sola voluntad, la de ampliar el territorio de lo que se dice y cómo se dice.

Fogueado en páginas y páginas de narración tradicional -todas bellísimas- hubo un momento en que Breccia vislumbró nuevas formas y ya nunca volvió a echar marcha atrás. Y en ese continuo ir hacia adelante, quedan acotados trabajos tan impresionantes como su adaptación gráfica de Los mitos de Cthulhu, editados por primera vez en 1974. Mil veces se han adaptado a otro medio las pesadillas de H. P. Lovecraft, pero nunca más con esta potencia visual, que luce de maravilla en la cuidada reedición de Astiberri.

En palabras del propio Breccia, citado por Latino Imparato en su epílogo Dibujar lo invisible: "Me di cuenta muy pronto de que el lenguaje tradicional de cómic no podía representar satisfactoriamente el universo de Lovecraft, de manera que empecé a experimentar con nuevas técnicas, como el monotipo o el collage. Estos monstruos informes, semejantes a los que había dibujado en El Eternauta, están hechos así porque no quería ofrecer al lector únicamente mi propia visión: también quería que cada lector añadiese algo suyo, que utilizara la base que yo le proporcionaba para vestirla de sus propios temores, de su propio miedo. Al principio fue casi como un reto: quería averiguar si sería capaz de dibujar lo que Lovecraft describía. No sé si lo he conseguido, pero puedo asegurar que durante los casi tres años que he tardado en realizar este trabajo he vivido completamente inmerso en su mundo".

Obvio es que lo consiguió, y la inmersión de Breccia, ayudado en lo literario por Norberto Buscaglia, es tan profunda que arrastra al lector al corazón mismo del horror. Espectacular es poco.

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