Cómics

De interés didáctico

  • Un texto erótico anónimo, encontrado casi por casualidad, nos llega ilustrado por uno de los grandes autores de cómic de nuestro país, Kim

Detalle de la portada.

Detalle de la portada.

Desde las pinturas rupestres, el ser humano ha tenido una pulsión, un deseo incontrolable por narrar, explicar las cosas, hechos que le rodeaban. Es por ello que, a lo largo de los siglos se han ido publicando textos que pretendían expandir los conocimientos de aquellos que se sumergían en su lectura. La mayoría dedicaban sus páginas a la Historia, Medicina, etc…

Pero hay un tema que siempre ha apasionado al hombre, y es el referente a nuestros instintos más primarios, que con el paso de los años se han ido refinando, incluso llegando a considerar alguno de ellos como terreno tabú, ahora que vivimos sumergidos (y casi ahogados, diría yo) en una época de corrección política extrema.

Es por ello que resulta divertida y, como reza el encabezamiento de esta reseña, didáctica, la publicación por parte de la editorial Dibbuks de este texto, de autor anónimo, cuyo título no deja lugar a dudas de su contenido: Cuarenta maneras de fornicar y que viene a formar parte de una de las líneas, concretamente la dedicada al erotismo, con las que esta editorial cuenta.

Os adelanto que, salvo para los más pacatos, el contenido de esta guía (en algunos momentos gimnástica) no nos va a ser desconocidos como lectores (y practicantes, por qué no decirlo) pero sí que hay un punto que la hace diferente y capta el interés del lector, y es el humor, el buen humor con el que su anónimo autor nos lleva por estos cuarenta dormitorios, graneros, salones, demostrando que cualquier lugar se convierte en apropiado para dichas prácticas amatorias.

Sito en el año 1790, dentro de la Revolución Francesa, la existencia del texto, dedicado con no poca sorna “a la Clerecía de Francia”, nos lleva a una época de cambio, rebeldía, de libertad…

¿Y qué puede completar a un texto como este? Pues unas buenas ilustraciones del Maestro Kim (Martínez el Facha; El arte de volar; El ala rota; Nieve en los bolsillos…), que con la precisión y arte que lo caracteriza, retrata a la perfección a los personajes de esa época, el mobiliario, las estancias, consiguiendo que la postura descrita en la palabras por el autor del texto se despliegue en imágenes ante nuestros ojos.

Con nombres tan curiosos, divertidos y atrayentes, ¿quién puede negarse a ojear las páginas de esta guía, en soledad o acompañado? Como exploradores en una tierra inhóspita, conoceremos El molino de viento; El Mundo al revés; La rana nadadora; La diagonal

Este librito concluye con un necesario epílogo de Andrea Acquarone que, como si de un Indiana Jones de los textos eróticos se tratara, nos narra cómo y dónde lo descubrió, su pasión por el coleccionismo de estas singulares obras literarias, cerrando de manera excepcional un volumen que siempre deberíamos tener a mano, ya que como suele decirse, “en la práctica está la excelencia”.

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