cómics

La pantalla de papel

  • El artista Warren Ellis consiguió sacar tomos distantes de la época oscura que había imperado en los años 90 con una obra que imita las formas del cine

Ilustración del cómic.

Ilustración del cómic.

La moda revisionista que lideraron obras como Batman: El regreso del Caballero Oscuro y Watchmen (ambas de 1986) condujo al género de superhéroes a un callejón oscuro. Diez años después del trabajo de Miller y Moore, imperaban los héroes torturados, las atmósferas sucias, la exaltación de la violencia y los excesos gráficos, cuyo epítome fueron las primeras series publicadas por la editorial Image (Spawn y compañía). Como es natural, el movimiento generó una reacción, y los primeros intentos de rescatar al género de la ciénaga tiraron básicamente del pasado, buscando en los cómics de la Edad de Plata las raíces de una especie de inocencia perdida que había que reivindicar. En 1992, la serie de animación Las aventuras de Batman se recibió como un soplo de aire fresco, con su estética retro, y, un año y pico más tarde, Kurt Busiek y Alex Ross capitalizaron la nostalgia con su miniserie hiperrealista Marvels

El citado dúo, acompañado ahora por Brent Anderson, avanzó en la misma senda con la serie regular Astro City, significativamente editada por la propia Image, y DC cerró una especie de trilogía "reconstructiva" con Kingdom Come, también de Ross, aunque esta vez con Mark Waid en el apartado literario. Yendo un paso más lejos, Kingdom Come narraba el enfrentamiento de los viejos héroes y los nuevos, como un conflicto metaliterario entre un ideal oscuro y otro heroico, en el que este último salía triunfante. En dicho ambiente, el Supreme de Alan Moore, una hermosa carta de amor al Superman de la era Weisinger, se leyó como una carta de defunción de la Edad Oscura, firmada por el que había sido uno de sus arquitectos principales.

Seguramente, la JLA de Grant Morrison y Howard Porter, iniciada en 1997, sea ya el primer tebeo importante del género que proponía una salida a este laberinto (una salida que Morrison había implorado en la miniserie del sello Vertigo Flex Mentallo), con sus héroes casi mitológicos, su desenfado y su narrativa acelerada, aunque la nostalgia todavía estaba presente, y el estilo gráfico seguía siendo muy de los noventa. Ah, pero al que se le encendió realmente la bombilla fue a Warren Ellis.

Conocido por su cinismo y su humor ácido, el británico Ellis tomó en 1996 las riendas de la serie de Image Stormwatch, y, junto al dibujante Tom Raney, exploró los límites de aquel supergrupo dependiente de las Naciones Unidas. Con su mirada global y su cuestionamiento de la posición de los héroes en el mundo, Ellis miró directamente al futuro. Y ese futuro se materializó al fin cuando se le unió el dibujante Brian Hitch (con el que luego firmaría The Authority, la continuación de esta misma serie): las viñetas imitaron la pantalla cinematográfica (formato apaisado, impresas sobre fondo negro) y la acción se tornó vertiginosa (con recursos importados del manga), en lo que se denominó, respectivamente, narrativa widescreen y descomprimida, dos de los rasgos característicos del tebeo de acción de comienzos del siglo XXI. Un nuevo siglo que se adelantó varios años con Stormwatch.

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