El otoño ha llegado y la Sierra de Huelva se convierte en el paraíso de las setas, que tras las primeras lluvias comienzan a aflorar entre alcornoques, encinas, quejigos y castaños. Bajo esta masa forestal, cada octubre resurge esta gran y variada colonia de hongos. Todo un edén para los amantes de la micología y de la exquisita gastronomía que la envuelve.
Para su recolecta hay que ir con expertos, pues tóxicas y comestibles conviven en los mismos rincones, en los que abundan la Tana o Amanita Caesarea, típica de la Sierra de Aracena y se consumen en crudo.
También es común la gallipierna, que se comen rellenas y el boletus edulis, que está muy cotizado y se sirve en revuelto, a la plancha y en salsa. En el Andévalo onubense se recolectan los gurumelos, muy ricos en picadillo o revueltos, mientras que el Pedo de lobo crece en la Sierra de Aracena y se consume frito a modo de guarnición. Ojo con la Amanita phalloide, la bolletus satanás y la amanita virosa, que son venenosas.
Cada una tiene su rincón entre la multitud de senderos que unen los 28 municipios de la comarca, destacando el que une Alájar con Linares de la Sierra y los de la Peña Arias Montano hacia Castaño de Robledo.