Síndrome expresivo 31

Sintaxis, divino tesoro

¿Sabes qué es el 'síndrome Freddy Krueger'? Lo padecen muchos profesores. ¿Sabes qué es el 'síndrome Freddy Krueger'?  Lo padecen muchos profesores.

¿Sabes qué es el 'síndrome Freddy Krueger'? Lo padecen muchos profesores.

El otro día, antes de entrar en clase, me encontré a un viejo conocido y lo primero que me preguntó es si seguía dedicándome a lo mismo, es decir, a enseñarles un poco de cultura lingüística a las nuevas generaciones. Debo reconocer que el tono era más bien de incredulidad y extrañeza, como de un padre que no alcanza a entender en qué momento se torció la vida de su hijo encarcelado. "Claro. De hecho, hoy comenzamos el tema de sintaxis", respondí con un punto de orgullo en la entonación. "¿Sintaxis? ¿Todavía se explica eso en las escuelas? ¡Este país se hunde!", solo acertó a responder con indignación, mientras huía a la carrera.

Sí, querido lector, este país (España) y los españoles. Desde siempre, las instituciones culturales han transmitido la falsa idea de que una correcta expresión lingüística se basa en la articulación y ortografía normativa de las palabras y en la riqueza semántica del vocabulario, sin atender a otros conceptos fundamentales como el orden apropiado de los sintagmas en el interior de la frase. Dicho de otra manera, un cocinero dispone de los mejores ingredientes y técnicas culinarias, pero es incapaz de recordar los pasos básicos en el proceso de elaboración del plato principal.

Así, muchos usuarios de la lengua carecen de los fundamentos sintácticos mínimos y, como consecuencia, redactan textos de una simplicidad vergonzante sin rastro de una estructura lógica en la expresión de las ideas. El primer concepto elemental, querido Watson, es conocer los cimientos en la construcción de la frase: sujeto, verbo conjugado y complemento. Parece sencillo, pero no pueden imaginarse la cantidad de oraciones que incumplen esta máxima compositiva. A partir de aquí, el emisor debe aprender a crear oraciones de una cierta complejidad sin perder de vista que es deseable la combinación de periodos de dos o tres verbos en forma personal. Una frase de más, en la mayoría de los casos, resulta empalagosa. 

Demasiados alumnos se quedan anclados en el uso y abuso de oraciones coordinadas copulativas ('y') y una subordinación esquemática y repetitiva con los nexos "cuando, porque, para que". Si leen con atención una argumentación de un adolescente (y otros ya talluditos), podrán comprobar la cantidad de veces que se repiten estos nexos, sobre todo la "y". Gracias a Dios y a la lucha por la dignidad de los profesores, la Seguridad Social ha reconocido como enfermedad profesional el síndrome de Freddy Krueger, causado por las terribles pesadillas protagonizadas por esta partícula amenazante. Según los enfermos crónicos, es terrible despertar en plena noche sobresaltado por una voz interior que repite sin descanso: "¡Hola, Nancy! Soy tu querida ‘y’. ¿Quieres jugar conmigo?". Tremendo, queridos lectores.

Por otra parte, no sería justo olvidar la aparición ocasional de la conjunción adversativa "pero" en los textos argumentativos. Como en la vida diaria no es una prioridad la coherencia en las opiniones personales, en muchos comentarios críticos podemos leer las siguientes afirmaciones: "Castellano y catalán gozan de un reconocimiento oficial, pero los rótulos de los comercios deben estar escritos en catalán" o "Todos los seres humanos tienen derecho a una sanidad digna, pero aquellos que no tengan papeles deben ser excluidos de determinados tratamientos". El famoso "pero" traicionero, que tan malas pasadas nos juega de vez en cuando.

¿Se puede superar?

Sin duda, hay vida expresiva más allá de la acumulación de frases simples (sin sentido) o con estructuras rocambolescas (sin sentido). De esta manera, el síndrome de la sintaxis infantilizada e incoherente se puede superar con un tratamiento rico en proteínas literarias, recomendado para todos los públicos. Así, a menudo les recuerdo a los alumnos que la lengua castellana se hace mayor de edad en el siglo XVIII con la imitación de las formas lingüísticas francesas. Los ilustrados se preocuparon por transmitir el conocimiento al pueblo sin distinción de origen y, por esta razón, consideraban que el vehículo ideal para acceder a la cultura era la composición de textos sencillos y claros, alejados de los retorcimientos e hipérbatos barrocos. 

Una lectura semanal de alguna carta de José Cadalso, un ensayo del padre Feijoo o una escena de El sí de las niñas de Moratín son suficientes para comprender la correcta estructura sintáctica de la frase. Ellos adaptaron al español un concepto característico del francés: la equilibrada arquitectura de los elementos nucleares en el interior de la frase. Sí, querido amigo, proteínas literarias para fortalecer el sistema comunicativo con magníficos efectos secundarios expresivos. 

No sé cómo explicarlo: el sujeto al inicio de la frase, el complemento directo pegadito al verbo, el suplemento con su preposición soldada al núcleo del predicado, los circunstanciales en los extremos de la frase, las aclaraciones cortitas y entre comas, las oraciones de relativo justas y necesarias, las coordinadas de dos proposiciones, los verbos en activa y los pronombres con un referente claro. "Profesor, ¿para qué sirve la sintaxis?". Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis seguidores pelearían para que yo no perdiera la fe en el estudio y la enseñanza de la sintaxis.

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