Síndrome expresivo 29

Los usos de la preposición 'de': Magia potagia

El mago Juan Tamariz El mago Juan Tamariz

El mago Juan Tamariz

Si hablamos del mejor cartomago del mundo, del ilusionista de sonrisa eterna, del violinista del chantatachán, nos referimos sin ninguna duda al genial Juan Tamariz. Pues sí, querido lector, un juego de manos para explicar los usos y desusos de la preposición de. Un nexo de origen guadianesco, por aquello que aparece y desaparece como por arte de magia. ¡Mira por dónde nos ha salido juguetona la dichosa particulita expresiva!

Ahora, te voy a pedir que elijas, entre todas las preposiciones, la que más problemas expresivos te causa. ¿Quieres la de? Buena elección, querido amigo. No te pongas nervioso, pero ahora tu decisión puede cambiar el futuro de esta columna sobre síndromes expresivos. A ver, respira hondo, espira todo el aire que llena tus pulmones (no expires, que te necesito vivo) y concéntrate. ¿Mejor? De acuerdo, ahora debes quedarte con una de las cuatro cartas: la de dequeísta, la de dubitativa, la de invisible o la de amenazadora. ¿Reconoces que a veces dudas sobre la construcción gramatical de cada una de ellas? No te angusties: todo tiene una solución en esta vida.

Una vez las cartas sobre la mesa, quiero que pienses en la más vulgar de las cuatro, es decir,  en aquella que jamás pronunciarías por nada del mundo. Estoy seguro de que has optado por la primera: la de dequeísta. Así, es aconsejable evitar construcciones como *Me sorprendió de que viniera a la fiesta o *Me dijo de que no faltaría a clase. ¿Mejor? Sí y no, porque hay que tener mucho cuidado con confundir esta carta con la de invisible. Sí, querido lector, esta preposición desaparece en la lengua coloquial en frases como: *Estoy convencido que voy a aprobar; *Me alegro que hayas aprobado el examen o *Nos dimos cuenta que era la última oportunidad. ¡Vaya lío!

Juan Tamariz en un número. Juan Tamariz en un número.

Juan Tamariz en un número.

No pierdas los nervios, docto lector. Todo a su debido tiempo. Todavía el juego no ha terminado y las normas deben cumplirse (¿o deben de cumplirse?): aún nos quedan la de dubitativa y la de amenazadora. Te advierto de que no te lo voy a repetir más (¿o te advierto que no te lo voy a repetir?). No quiero pensar que estés perdido en este juego de cartas lingüísticas. ¡No me digas! De acuerdo, no te enfades, es solo una imitación de los trucos del inconfundible Tamariz. Estas estructuras suelen traer de cabeza a muchos incautos usuarios de la lengua con los brazos caídos como señal de derrota. ¿Se puede superar?

Por supuesto, compañero. A continuación, te voy a desvelar en qué consiste el truco del famoso cartomago madrileño con la dichosa preposición de:

  • El dequeísmo es el empleo incorrecto de la preposición de delante de la conjunción que en las oraciones como: *Me sorprendió de que viniera a la fiesta o *Me dijo de que no faltaría a clase. La solución más fácil para resolver esta duda expresiva es preguntarle al verbo: ¿qué? o ¿de qué? En este caso, sería: "¿Qué me sorprendió?" o "¿Qué me dijo?". Por lo tanto, debemos prescindir de la preposición.
  • El fenómeno contrario es el queísmo: supresión indebida de la preposición de en frases como: *Estoy convencido que voy a aprobar.; *Me alegro que hayas aprobado el examen; *Nos dimos cuenta que era la última oportunidad. El tratamiento recomendado para superar este trastorno expresivo es el mismo que en el apartado anterior: ¿qué? o ¿de qué? Así, lo correcto es: «Estoy convencido de que voy a aprobar»; "Me alegro de que hayas aprobado el examen"; "Nos dimos cuenta de que era la última oportunidad".
  • En la perífrasis deber + infinitivo, la norma académica marca la ausencia de la preposición de, cuando expresamos obligación: «Las reglas deben cumplirse» y la inclusión de la misma para indicar posibilidad o suposición: "Deben de ser las ocho". No obstante, la norma culta admite el uso de la estructura sin preposición en ambas situaciones comunicativas.
  • La RAE especifica que el verbo advertir se construye sin preposición en todos sus significados. Sin embargo, admite la preposición de si significa "informar de algo" o "advertir de algo". Ahora bien, cuando la advertencia implica una amenaza, la construcción adecuada es sin la preposición de: "Te advierto que no te lo voy a repetir más".

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