Aunque los tiempos han cambiado y el cerdo que se sortea no corretea por las calles del municipio ni está presente en el escenario, el Ayuntamiento de Padules sigue celebrando una de las viejas costumbres propias de los festejos de invierno en honor a San Antón: el sorteo de la marranica, que ayer llegaron a su fin tras tres intensos días de algarabía.

El clásico sorteo, que año a año reúne a muchos paduleños y que fue recuperado hace una década después de que por diversos motivos dejará de realizarse en los años 30, tuvo lugar ayer unos minutos después de las 15:30 horas.

El premio, que hay que aclarar que es un cerdo pequeño vivo que el agraciado se encargará de cebar para quizá su posterior matanza, recayó en esta ocasión en una jovencísima vecina de Padules, Rosa Miranda.

En unos días la ganadora del sorteo tendrá entre sus manos su 'mascota' que en este año ha sido donada por un vecino de Padules, Juan Viñada Romero, según indica el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Daniel Ortega.

Rosa Miranda fue la afortunada de tener el 0038, que fue el número que una mano inocente se encargó de sacar entre 3.000 boletos que han sido los que este año se han puesto a la venta para recaudar fondos para el conocido Club Deportivo Barjali (Sociedad de Cazadores).

De hecho, el colectivo beneficiario este año de la recaudación de la venta de papeletas (el pasado correspondió a la Asociación de Mujeres) ha logrado vender algo más de 2.000 números entre vecinos y visitantes. Un dinero que en principio pretenden destinar al arreglo de un cortijo en la sierra, según indicó el alcalde del municipio, Antonio Gutiérrez.