De libros

Hora de irse

  • Mankell dejó su testamento en 'Arenas movedizas', que escribió cuando le diagnosticaron el cáncer.

El 16 de diciembre de 2013, Henning Mankell sufrió un accidente de tráfico cuando se dirigía a firmar su último libro en varias librerías de Gotemburgo. Días después le persistía un dolor cervical que obligó a realizarle numerosas pruebas médicas. Lo que él pensaba que era una simple tortícolis causada por el golpe terminó siendo un diagnóstico mucho más grave: tenía un tumor en el pulmón. Lo que le dolía en la parte de atrás del cuello era una metástasis que se le había formado en la nuca.

Era enero de 2014. Mankell decidió contar su relación con el cáncer en un libro de memorias que se publicó el año pasado en Suecia y que ha visto la luz hace sólo unas semanas en España. Se titula Arenas movedizas y lo ha editado, como toda su obra en español, Tusquets. El título hace referencia a su infancia, al miedo que tenía Mankell niño a morir sepultado en arena. Los primeros diez días tras el diagnóstico, hasta que superó el impulso de rendirse, Mankell pensó una y otra vez en arenas movedizas.

En este libro no hay ni rastro de Kurt Wallander, ese detective apesadumbrado que hizo famoso a Mankell en todo el mundo. Ni siquiera el estilo es demasiado reconocible. Aquí hay capítulos muy cortos en los que el autor sueco cuenta, sin demasiado orden, distintos episodios de su vida, sus viajes por todo el mundo, sus largas estancias en África, su relación con el arte y sus reflexiones sobre el cáncer y la inminente muerte, la que se lo llevó ayer.

Por ejemplo, cuenta cómo hizo testamento unos meses antes de que se le diagnosticara la enfermedad y reflexiona sobre por qué los hombres hacen testamento. Brillantes son sus continuas vueltas a la infancia. En una de ellas, recuerda cuándo fue la primera vez que tuvo consciencia de que existía la enfermedad que lo ha matado, una vez que tenía 9 años y le dolía la barriga y lo ingresaron en un hospital donde había un enfermo de cáncer.

Mankell ha sido un narrador tranquilo hasta su muerte. Parece que este libro lo deja en paz, lo prepara para el tránsito. Él mismo dice que ha vivido más de lo que muchos otros hombres han hecho. Son reflexiones muy parecidas a las que mortifican a Wallander cuando se muere su padre, o cuando le detectan otra enfermedad casi tan cruel como la que diagnosticaron a su creador, o simplemente cuando se relaciona con su hija y su ex mujer.

Este escritor sueco, que se casó con la hija de Ingmar Bergman, puso la novela negra nórdica en el mundo, con un detective atormentado que podía pasarse decenas de páginas dándole vueltas a algo y sin encontrar la luz que le llevara al éxito de sus investigaciones. Sus novelas reflejaron que la sueca no era, para nada, una sociedad feliz. En su último libro, él mismo asumía que iba siendo "hora de irse". Se va comprendiendo que la investigación del cáncer es un triunfo para el ser humano y que, algún día, venceremos a la enfermedad. Se va dejando una pila de libros sin sitio en sus estanterías. "Mientras siga vivo, las pilas seguirán creciendo".

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