Bobby March vivirá para siempre | Crítica

La edad de oro del ‘tartán noir’

  • Tusquets edita la tercera entrega del policía Harry McCoy y su Glasgow setentero

El escritor escocés Alan  Parks, este mes en Barcelona.

El escritor escocés Alan Parks, este mes en Barcelona. / Marta Pérez / Efe

Harry McCoy es un policía peculiar. Vive en el Glasgow de los años setenta y está marcado por una infancia difícil, en la que se hizo amigo del que luego sería uno de los principales señores de la droga de la ciudad. Es un policía corrupto pero poco, pues tiene unos valores éticos de los que otros carecen. Tiene una extraña habilidad para meterse en los bajos fondos de su ciudad, más oscuros que las aguas del río Clyde. Bobby March vivirá para siempre es la tercera entrega de sus aventuras, que llegó recientemente a las librerías españolas de la mano de la editorial Tusquets. Las dos primeras novelas de la serie se titulan Enero sangriento e Hijos de febrero. Lo que nadie ha aclarado aún es si el autor piensa hacer doce novelas, introduciendo en cada una de ellas el título de cada uno de los meses del año.

Lo que sí es fácil de constatar es que cada episodio está ambientado en un año distinto de la década de los setenta. En esta tercera entrega andamos por 1973, concretamente en un verano de ola de calor, en el que los escoceses se enfrentan a temperaturas extremas. Pobres gentes, acostumbradas a la lluvia, el frío y la niebla y ahora se ven empapados de sudor a poco que dan dos pasos por la calle. Eso sí, hablamos de una ola de calor extremo para Glasgow. Nada que ver con los agostos andaluces, obviamente, en los que ya nos gustaría ver cómo sobrevive un escocés.

El autor de esta buena serie de novela negra es un tipo llamado Alan Parks. De él sabemos, al menos eso dice la solapa del libro, que ha trabajado durante años en el mundo de la música. Parte de esas enseñanzas están desde luego en este tercer libro. Y poco más. Pero lo cierto es que con las tres entregas de Harry McCoy, este escritor glasgüense ha contribuido enormemente a colocar a la variante escocesa del género negro, esa que se conoce como tartán noir, en sus cotas más altas.

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro. / D. S.

Parks sigue el camino que trazaron antes Ian Rankin, con su inspector Rebus en la mucho más bella Edimburgo; o William McIlvanney, con Jack Laidlaw en la propia Glasgow setentera. O Val McDermid, Louise Welsh, Craig Russell... Y, antes que todos, Robert Louis Stevenson con El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde. Parks comparte con esta última esa dualidad que tienen sus personajes, pero sin duda brilla con luz propia en las descripciones de una ciudad difícil, que parece conocerse al dedillo. Tanto que el lector casi acaba sus libros con una sensación de que tiene los pulmones negros del humo de las fábricas de carbón e hierro.

En esta ocasión, Parks investigará la desaparición de una niña cuyo padre tiene unas conexiones sospechosas con Irlana del Norte, en un tiempo en el que Belfast no era ningún paraíso para un policía británico. Además, se ve inmerso en otro lío paralelo que irá dejando muertos en plena ola de calor. No es necesario leer las dos anteriores, aunque sí recomendable.

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