Lara Moreno. Escritora

"Al ver de cerca las relaciones, saltan las grietas y el abismo"

  • La autora sevillana publica 'Piel de lobo' (Lumen), una novela en la que indaga en el peso de la convención social y los secretos familiares.

Lara Moreno (Sevilla, 1978) radiografía en su última novela la relación entre dos hermanas.

Lara Moreno (Sevilla, 1978) radiografía en su última novela la relación entre dos hermanas. / efe

-Aunque de ambiente muy distinto, tanto en Por si se va la luz como en Piel de lobo destaca el nivel de intensidad emocional.

-Lo mismo es que yo también soy un poco intensa (risas). En realidad, las relaciones emocionales vistas desde cerca crean un nivel de tensión muy fuerte. Y supongo que lo que hago en mis libros es precisamente acercar a los personajes mucho, acercar esas dependencias, influencias, en este caso, entre la familia y la pareja. Al contemplarlo tan de cerca, es cuando ves las grietas y el abismo.

-El escribir buscando las líneas de flotación, ¿es una manera de desahogo, de aprendizaje? ¿Agota?

-La verdad es que tiene un poco de ambas cosas, pero no lo afronto desde el agotamiento. En la escritura, al acercar tanto el foco llegas a un nivel de profundidad y de hiperrealidad que a veces da bastante vértigo. Al separarlo además de lo real, al ponerlo en papel directamente, los puntos débiles entre las personas se resaltan más. Escribir es un aprendizaje seguro siempre. Y cuando escribes sin brújula, el aprendizaje es inevitable: pones contexto a unos personajes a los que no conoces, pero después terminas conociéndote mucho por lo que hay de ti en ellos y todo lo contrario. Y es un desahogo porque para mí la escritura también lo es: un desahogo con satisfacción incluida, como cuando terminas de llorar.

-En Sociología una de las primeras lecciones que se aprenden es que el círculo familiar es el más violento. Menudo tabú.

-Afortunadamente, no siempre es extremo, pero la violencia se da. Las raíces al final lo condicionan todo: en la familia están sentadas las bases de cómo nos vamos a desenvolver con todo lo demás. Si estamos salvados de ciertas cosas en la familia, es mucho más fácil evitarlas en la vida adulta. La familia va a sentar las bases del individuo, y lo hace fuerte y débil a la vez.

-En Piel de lobo muestra también que la desestructuración puede darse en algo tan simple como en una ocultación, en la negación de la evidencia.

-El ocultar un daño no es una desestructuración per se: el daño, en el caso de Piel de lobo, se ve en que en una familia aparentemente normal, sin ninguna carencia, se pueden provocar daños que pueden desestructurar al individuo, que es distinto. Todo por continuar con esa situación, por ese "somos normales": de ahí sí puede crecer un individuo desestructurado en lo emocional, a pesar de haber vivido bajo el ámbito de lo establecido. Mientras que una familia desestructurada desde el inicio no tiene por qué tener estas carencias, pueden no estar negando cosas. Creo que los nuevos modelos de familia, al salirse más de la norma y poner más atención en el valor de lo distinto, en su reforzamiento, pueden fortalecer al individuo. En una ambiente normal, uno se puede desestructurar, por ejemplo, por no ser atendido.

-Otro de los temas que se tratan en esta novela es el precio personal que estamos dispuestos a pagar por entrar dentro de lo socialmente aceptable, en ese "somos normales".

-En la novela, Sofía es una perfecta muestra de eso, alguien que ha entrado en el marco toda su vida, de una forma aparentemente impecable, y cuando se le rompe el primer jarrón, al final no había nada dentro. Se había limitado a seguir el camino que se esperaba de ella, la inercia, y al final se da cuenta de que no se ha construido a sí misma.

-¿Y tiene respuesta a esa pregunta que se hace en el libro, a ese quién sostiene a los débiles?

-No tengo respuesta para eso, pero hacerse la pregunta ya te da la clave para tener la conciencia de que hay que estar ahí.

-En la novela aparece la figura de Marina Tsvietáieva. con esa relación tan inclasificable con sus hijas.

-Su historia, lo que cuenta en sus diarios, me sirvió como extremo: Marina representa el ejemplo máximo de esa diferencia que se puede dar entre hermanos. La maternidad no es siempre lo que parece: es imposible cuidar y querer a dos hijos de la misma manera. Y en el caso de Marina, en plena Revolución y como exiliada rusa, luchó por su protección, por lo que ella era, por ser poeta, escritora, a pesar de toda la miseria. Es alucinante, por ejemplo, la cantidad de tiempo que pasa hablando del peso de la casa, porque vivían en una miseria bastante extrema, tanto en Rusia como en París. Aunque para mi gusto y según lo que cuenta en sus confesiones, llega un punto en que se desnaturaliza. Si tenía que elegir una cosa, tenía que renunciar a otra. No le daba el corazón, decía, para tanto. En la época de carestía, metió a sus dos hijas en un hospicio. La mayor era su amor absoluto, y cuando enfermó, la sacó y la cuidó. La pequeñita también enfermó, pero ni siquiera fue a verla. Ni siquiera fue a su entierro cuando murió porque no podía dejar a la mayor "enferma y sola". Que confesara algo así, aunque fuera ante sí misma en cuadernos, sabiendo que era escritora y un día podría salir a la luz... Luego tuvo otro hijo, con el que su relación fue bastante más normal.

-Eso da una idea de por qué hay pocas cosas más diferentes que los mismos padres para los mismos hijos.

-Es inevitable. Se intenta dar el mismo amor pero creo que nadie es la misma persona con nadie, sentimos cosas distintas delante de personas distintas, y nos comportamos de manera diferente, incluso con cada una de nuestras parejas: nuestra energía y la de los demás se influyen continuamente. Ocurre que en la relación familiar queremos romper las aristas y perder las diferencias, y se intenta dar lo mismo a todos los hijos, que son personas distintas.

-¿Cuál ha sido su experiencia como editora invitada en Caballo de Troya? ¿Qué ha encontrado?

-Bueno, el catálogo ya está cerrado, aunque llegan muchísimos manuscritos a tus manos y yo por desgracia no he tenido tiempo de leerlos todos. Es una tarea fascinante. Caballo de Troya intenta centrarse entre los nacidos de los 70 a los 90, algunos de ellos son jóvenes; otros, valores relativamente nuevos, que no han publicado nunca o muy poco o no son conocidos: no hay que descubrirlos, tal vez, pero no tienen visibilidad. Y luego, por otra parte, es muy difícil hacer una selección de sólo seis títulos. Yo he intentado buscar lo heterogéneo, un poco de cada cosa, y al final, me he guiado por la pasión: creo que todos los libros son particulares respecto al estilo, intensos respecto al proceso creativo, y espero que los lectores disfruten de ellos tanto como yo.

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