Eduardo Mendicutti

"Estoy descolocado: comparto con Podemos algunas ideas"

  • Mendicutti refleja la indignación de un tiempo en 'Furias divinas', sátira protagonizada por unos transformistas que se rebelan ante la adversidad.

La celebración del Baile de las Diademas, una fiesta que reunirá a las clases altas en la localidad de La Algaida, indigna a un grupo de transformistas que trabaja en un local nocturno, una pandilla de desempleados que se indigna ante la ostentación de los más favorecidos y planea el asalto a aquella celebración. Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) refleja el descontento de un tiempo en Furias divinas (Tusquets), alocada sátira en la que recupera el desenfado y la exuberancia verbal de sus mejores libros. El autor presentó esta semana su obra con el Centro Andaluz de las Letras.

-Se puede decir que en este libro hay conexiones con una antigua novela suya, Una mala noche la tiene cualquiera.

-Totalmente. Pensar en ese libro fue un estímulo para escribir éste. Una mala noche... hablababa de un travesti en una situación política potente como el 23-F. Ahora estamos en un momento especial, y me preguntaba cómo contarlo. Me atraía hacerlo como narré aquello. Los personajes son transformistas, y está visto el desbarajuste político actual desde los márgenes. No pretende ser un análisis sesudo de lo que está ocurriendo.

-Pero plasma a través de esos personajes muchas de las situaciones que sufre hoy la sociedad: los desahucios, las esperas en la Seguridad Social, el desempleo...

-Está todo, sí. Estos personajes hacen transformismo pero no son artificiales. Sus apariencias pueden parecer artificiales, pero tienen sus vidas, y en sus vidas están las penalidades que está pasando hoy tanta gente. Alguien que está en la cola de la Seguridad Social para que lo operen, alguien a quien echan de su casa, otro que no encuentra trabajo. Viven lo que están viviendo tantas personas, sólo que lo cuentan a su modo.

-Y se rebelan contra lo que creen una falacia: ese mensaje que insiste en que estamos saliendo de la crisis.

-Mucha gente siente que está en las mismas a pesar de que los políticos presuman de haber salido del túnel. Y si me haces una exhibición, una ostentación, me da igual que sea una fiesta, como ocurre en la novela, o un señor en el Parlamento haciendo alardes de lo buenos que han sido gobernando, la indignación parece inevitable.

-La elección de la fecha de la fiesta, un 20 de noviembre, es ciertamente maliciosa. Viene a decir que no nos hemos liberado de la sombra de Franco.

-El posfranquismo es larguísimo. Afortunadamente, este país ha cambiado, no puedo negarlo. Pero los restos quedan ahí, y más vale no olvidar de dónde venimos. Hay que tener cuidado con esa pretensión de borrar todo nuestro pasado porque ahora somos modernísimos, y ahora somos ejemplares y Europa nos quiere. Una porra: Europa te da una palmadita y luego te exige que sigas haciendo sacrificios y recortes y estrangulando a los que peor lo pasan.

-De esa costumbre de borrar nuestro pasado habla en el epílogo: lamenta que el colectivo gay tienda a olvidar que fueron precisamente los travestis y transexuales los que mayor protagonismo tuvieron en las revueltas de Stonewall.

-A mí me pone un poco nervioso ese afán de respetabilidad dentro del propio colectivo gay, que implica repudiar o ignorar todo aquello que dañaría o sería un lastre para esa causa. Los gais respetables son los que se casan, los fieles, los que tienen cuñados y suegras y perros. Y los que están fuera de eso no interesan, y si además recuerdan la marginación de otros tiempos, menos aún. Ahora se está haciendo un esfuerzo ímprobo por imponer la respetabilidad y dejar al margen a los que no entren en ese modelo. Es injusto que se aparte ahora a mucha gente que dio la cara... y a la que se la partieron.

-A menudo se acusa a los travestis de ser frívolos, pero se olvida que ese humor es, en el fondo, una forma de supervivencia.

-Hay mucha gente que se queja de que hablan de sí mismos en femenino o que dicen guarradas, pero todo se debe a eso, a que en tiempos muy duros ha habido que sobrevivir. Y el humor es una forma de hacerlo. Ese humor que puede ser corrosivo ha sido la salvación para muchas personas. A mí me parecen mecanismos admirables, ejemplares.

-Ha reconocido que no ha sido fácil dar una voz creíble a los personajes.

-Cuando es una voz única, como por ejemplo ocurría con Una mala noche la tiene cualquiera, puede ser fácil si encuentras el registro y lo controlas. Cuando son más personajes ya se complica el tema, porque cada uno debería hablar de manera diferente, dependiendo de donde procede, según su propia historia. No puede hablar igual La Furiosa, con su pasado comunista, que La Divina con esa especie de síndrome de Estocolmo por sus señoritos. Me costó mucho, por ejemplo, el capítulo de la Tigresa de Manaos, porque era muy heterodoxo desde el punto de vista verbal, con palabras castellanas, andaluzas, brasileñas, portuguesas, venezolanas... Y se me atascó también el de la Marlon-Marlén, ese personaje dividido por la mitad y que implica que hable de un modo u otro dependiendo de qué perfil es: si es legionario resulta mucho más ordinario, si es Edith Piaf se pone estupenda. Hacer todo eso creíble y fluido fue difícil.

-Vuelve al personaje de Ernesto Méndez, su álter ego, que ya aparecía en Otra vida para vivirla contigo.

-¿Sabe lo que me pasó ahí? Que sentí que en esas voces faltaba yo, no me veía implicado hasta que recuperé al personaje. Y recuperé también a Víctor, el político.

-Hablando de política, Méndez distingue entre la izquierda "verdadera" y "la de garrafón".

-Hay quien ha entendido que la verdadera era Izquierda Unida y la de garrafón era el PSOE, pero otros han pensado que era Podemos. No sé, ¡preguntéselo a Ernesto Méndez! [ríe]

-Abre el libro con una cita de Pablo Iglesias, y especifica que es "el de Podemos".

-Voy a quedar muy antiguo, pero ese discurso de "nosotros venimos aquí puros y limpios y vamos a acabar con toda la mierda de los otros...". Comparto la necesidad de sanear los partidos políticos, pero me da mucha rabia esta superioridad moral. Dicho esto, debo decir que estoy completamente de acuerdo con algunas ideas de Podemos, lo que quiere decir que estoy descolocado y no sé por dónde ando [ríe]. Pero eso es bueno, descubrir que hay que revisar algunos dogmas que tenías...

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