La utilidad de leer. Ensayos escogidos | Crítica

El hombre que siempre fue Chesterton

  • Trama agavilla ensayos del autor inglés sobre los temas que más le interesaron

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936).

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936). / D. S.

El título no es nuestro, sino que lo hemos robado a Fernando Savater. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), el "príncipe de las paradojas", como era conocido en los ambientes, brilló como polemista, como burlón razonado y, sobre todo, como desmontador de convenciones (incluida esta misma). Su estampa, más allá de su orondas hechuras (120 kilos, 1,90 metros de estatura), nos da la idea de un señor rotundo pero algo viejuno, que fumaba puros, gastaba gafas de manubrio, leía las sábanas de la prensa escrita y vestía a la inglesa con trajes de tweed. El hombre que siempre fue Chesterton no podía ser otro que Chesterton, del que Borges (otra convención) dijo que no había página suya donde no hubiera un deslumbramiento y de quien el catolicismo (otra convención) agradeció su agudeza para reafirmar o rebatir ideas en el patio de los reverendos anglicanos.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

Se recogen en este volumen varios textos que versan sobre los temas que más le interesaron. No hay intención académica ni solemne en el propósito. Tan sólo se agavillan aquí algunos de los ensayos que demuestran que "lo que denominamos nuevas ideas son apenas fragmentos rotos de viejas ideas". Así, desmontó el apocado y falso sensacionalismo del que presumía la prensa amarilla de su tiempo. Elogió la risa, esa fuente salutífera, frente a la moda cultural de valorar la sonrisa. Detestó la gravedad, en la literatura y en todo (impagable el pasaje dedicado a los animalistas). Le quitó la máscara a Peter Pan, aquel niño valiente a la par que cobarde, pues invitó a probar la gran aventura de morir sin que se le ocurriera que vivir también podría ser una aventura igual de formidable. Sugirió que el país de Alicia del "pedante y algo ignorante" Lewis Carroll era "una tierra poblada por matemáticos locos" (Humpty Humpty y la Liebre de Marzo eran unos doctores en Teología que estaban disfrutando de unas vacaciones mentales). En efecto, Chesterton fue el hombre que siempre fue Chesterton.

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