El fracaso de lo bello | Crítica

Definir una cultura

  • Entre la teoría, la sátira y la fabulación, Pablo Caldera propone en este ensayo otra forma de pensar y escribir sobre las artes

Pablo Caldera (Madrid, 1997).

Pablo Caldera (Madrid, 1997). / D. S.

Razones fundamentadas, argumentos trabajados, una expresión depurada. Sobre estos tres vértices podríamos construir las bases de El fracaso de lo bello, ensayo del investigador Pablo Caldera (Madrid, 1997), graduado en Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. En una atractiva edición de la editorial La Caja Books –cuyo catálogo despierta interés–, Caldera nos presenta un trabajo que ahonda en el sentido –y en cierto modo en la historia– del concepto de estética, un concepto en el que convergen la poesía y la filosofía, la sensibilidad y la razón. Y así figuran poetas, pensadores, filósofos como Baudelaire, Kant, Walter Benjamin, Rancière o Ernesto Castro, junto con otros, a los que se les debate, como Ana Iris Simón, Daniel Bernabé o Antonio Muñoz Molina –al último, Pablo Caldera le dedica el capítulo más severo del conjunto–.

Reflexiones, definiciones conceptuales, aproximaciones, tesis... van discurriendo por este libro que primero asienta la noción –nociones– de estética para luego adentrarse en los inescrutables caminos de la antiestética. Resultan útiles los ejemplos prácticos, o de razón práctica, ya que estamos en materia, con los que el autor da ejemplo a sus ideas. Podríamos hablar de ese pasaje que leemos en las primeras páginas del ensayo, en las que se reflexiona sobre el significado de un peluche, sobre cómo algo tan inofensivo y tierno como un peluche puede esconder un discurso racista; y cómo hasta los objetos más inocentes pueden albergar un contenido ideológico, más relevantes de lo que en principio nos imaginamos.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

"Hoy cuesta distinguir entre reseña, nota de prensa, crítica, resumen o simplemente publicidad", leemos en unos párrafos que tratan sobre el estado de la crítica cultural. Y añade el autor que dicha crítica es "un eslabón más de la cadena de incitación directa al consumo". Pero, como en otros tantos temas que en el ensayo van saliendo, el texto no se limita al diagnóstico, no se conforma con señalar un aspecto, sino que se busca un motivo, una causa. El análisis procura todas las respuestas. ¿Y por qué esa crítica cultural adocenada, servicial, comodona? Pues por lo que bien apunta Caldera, tomando las palabras del crítico y editor Peio Aguirre: "El crítico se encuentra en una especie de callejón sin salida al luchar por la regularidad en el trabajo para derrotar la precariedad". Y aquí un breve resumen, económico, social, del periodismo cultural del presente.

Hay en el ensayo frases hermosas y ciertas, como la que dice que los artistas anulan límites. Y apuntes acerca de la finalidad de la publicidad, acerca del consumismo, acerca de la labor del "columnismo patrio", acerca de disciplinas como el cine o la sociología. Multitud de temas relacionados con esa palabra que en El fracaso de lo bello se analiza, y que no es otra que la cultura. Una cultura definida desde la estética y desde la antiestética por un inteligente ensayista que con este primer libro descubrimos.

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