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La sangría de Siria

  • Dos libros distintos pero complementarios, 'El paraíso de los velos', de Stéphane Chaumet, y 'Siria. Revolución, sectarismo y yihad' de Ignacio Álvarez-Ossorio, analizan un país que se desangra.

Imagen de un barrio residencial de Alepo tras una serie de bombardeos.

Imagen de un barrio residencial de Alepo tras una serie de bombardeos. / EFE

Hace ya seis años que Siria se desangra sin remedio. El goteo de la sangría lo conocemos bien a través de la televisión y de los malpagados reporteros que envían sus crónicas desde el centro de todo aquel turbión. A saber: matanzas al por mayor, degollinas mediáticas, crisis de refugiados, guerra total de todos contra todos, la destrucción de Palmira y de otras joyas arqueológicas pertenecientes al patrimonio de la humanidad. Los dos libros que aquí desmenuzamos analizan con distinto tiempo y tempo la realidad siria. O, dicho al castizo modo, cómo aquellos barros han traído estos ensangrentados lodos.

El paraíso de los velos, del francés Stéphane Chaumet, reúne una gavilla de piezas varias. Fluctúan entre el dietario, el relato, la crónica periodística y, en ocasiones, la literatura viajera. Escritas entre 2004 y 2005, mientras su autor residía en Lakatia, nos muestran cómo era Siria antes de la revolución y de la guerra. Esto es, un país atractivo pero hosco, hermético, atenazado por el yugo de la tradición religiosa y, cómo no, por el régimen de Bashar al-Asad, con su ubicuo cuerpo de fisgones morales, de confidentes y delatores políticos.

El título del libro no resulta baladí. Chaumet habla mayormente de la sociología del velo (llevarlo, no llevarlo) en una sociedad tan dada a los atavismos como es la siria. Casi todos los personajes aquí retratados son jóvenes casaderas. A ratos nos parecen muy timoratas. A ratos desconcertantes y hasta un tanto casquivanas. Pero este libro va mucho más allá de tan ridículo reduccionismo.

Relatos como Casados en secreto, Curioso velo o La cenicienta de las 22:30 se adentran en la opresiva rutina que envuelve a las jóvenes sirias, sobre todo en lo referente al matrimonio, el sexo, el patriarcado que las anula. Otras piezas, en cambio, nos enseñan sin ambages el lumpen de las noches homoeróticas (El espía y el mal menor). De monjas y monjes se acerca a las confesiones cristianas que perviven -o pervivían- por aquellos pagos milenarios (recuérdese que anacoretas, ermitaños y estilitas vivieron en los desiertos de Siria al inicio del cristianismo). Hay también una pieza dedicada al aguafuerte y al viaje literario realizado por entre bermejos secarrales, rebaños de beduinos y vastas soledades (Deir-ez-Zor, Al Raqa, Rassafeh).

De distinta tonada, pero complementario al primero, es el libro del profesor Álvarez-Ossorio dedicado al aquelarre sirio. Si el lector desea conocer qué ha ocurrido y qué está ocurriendo en la sangrienta región desde hace seis años, éste es el libro adecuado. Se espigan aquí, con maestra concisión, todos los aspectos que han llevado del fresco brote de la Primavera Árabe a la guerra de aniquilación mutua.

Hay datos no menores que dan una idea de la tragedia. Así, la desesperanza, la salida vetada para el 55% de jóvenes que conforman la población en Siria (23 millones). O, también, el panorama de vacío que se deduce del hecho de que las dos terceras partes de la población hayan huido de sus hogares de origen con las trágicas consecuencias que todos conocemos en su funesto periplo hacia Europa por mar o por tierra.

Álvarez-Ossorio plantea el escenario de una guerra que, de local, pasó a ser regional y multidimensional. La vesania del régimen de Bashar al-Asad, aquel joven oftalmólogo educado en Londres, queda probada por su política de aniquilación hacia todo cantón enemigo (Alepo es el más simbólico grito de horror, pero antes hubo otros Alepos menos conocidos). Y todo ello pese a las deserciones habidas en el ejército regular sirio desde el inicio de la hecatombe (a mediados de 2012, unos 100.000 reclutas desertaron). Lo que fue una revolución civil en demanda de libertades políticas, se convirtió poco a poco en una progresiva lucha militarizada, a la que se le irían sumando argumentos de porfía religiosa (el ISIS, el frente al-Nusra, el Ejército del Islam y decenas de falanges armadas).

El teatro local de Siria se ha llenado de enemigos venidos del otro gran teatro de Oriente Medio y el Golfo Pérsico (Irán, Arabia Saudí y las petromonarquías del golfo, Turquía, Rusia). Y, por si faltara algo en el mosaico, no hay que olvidar el sincretismo religioso que siempre ha imperado en Siria a través de múltiples teselas (suníes, alauíes, chiíes, cristianos, nestorianos, kurdos). Pero, de semejante embrollo, de tan áspero conflicto, el lector sale agradecido tras leer el volumen. Ya no hay que poner cara de emoticono abrumado cuando en la tele nos hablen de la catástrofe siria.

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