Sobre la decadencia | Crítica

Viudas y estraperlistas

  • El japonés Sakaguchi Ango ofrece en 'Sobre la decadencia' una visión valiente y compleja, despojada de los estereotipos habituales, de su país

El novelista y ensayista japonés Sakaguchi Ango (Niigata, 1906 - Kiryu, 1955).

El novelista y ensayista japonés Sakaguchi Ango (Niigata, 1906 - Kiryu, 1955).

El escritor Sakaguchi Ango (1906-1955) desmiente, con los tres ensayos incluidos en Sobre la decadencia, la imagen tópica de Japón. En estos escritos extraordinarios, tanto por su valor literario como por su peso histórico, el autor japonés esgrime con osada valentía una visión particular de su país que sorprende tanto a los occidentales, acostumbrados a identificarlo con la suprema sutileza de las flores del cerezo y las geishas, como a sus propios compatriotas.

Sakaguchi Ango vivió uno de los episodios más sobrecogedores de la historia reciente de Japón: su participación en la Segunda Guerra Mundial y su rotunda derrota. El escritor, por elección propia, vivió la contienda como espectador de excepción en la ciudad de Tokio, frecuentemente castigada por contundentes bombardeos que la sumían en el caos. Su experiencia de la guerra y una capacidad crítica sin precedentes le llevan a esbozar su singular panorama de una sociedad marcada por rígidas leyes y apoyada en estereotipos de los que aún hoy no se ha deshecho del todo.

En la cultura japonesa conviven a menudo extremos difíciles de conjugar. La sutileza y la arrogancia intensa, la delicadeza y la violencia, las expresiones amorosas más sublimes y la pornografía más zafia. Por eso, el reduccionismo al que a menudo se ven sometidas sus expresiones estéticas y artísticas no hace más que corroborar la poca atención verdadera que se le ha prestado desde Occidente, en donde se ha primado la relevancia de lo exótico frente a una compresión auténtica de una sociedad compleja.

Por eso, al igual que no se puede entender por completo el alma japonesa sin haber leído atentamente El elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki, tampoco se puede entender el corazón japonés sin acercase a la obra de este avezado  Sakaguchi, que con su visión descarnada y tremendamente apasionada de sus compatriotas llama al lector –occidental y oriental– a reflexionar sobre la verdadera dimensión de una sociedad, la de su tiempo, capaz de seguir ciegamente los dictados de un emperador, que se considera familia directa de los más ilustres dioses.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro.

Tres ensayos componen este Sobre la decadencia, traducido y anotado pulcramente por Lucía Hornedo Pérez-Aloe, que firma además el interesante epílogo que el lector no debería saltarse. El primero de ellos, "Mi visión de la cultura japonesa", fue escrito antes de que empezaran los años más intensos de la contienda mundial y se configura como un brillante contrapunto al Japón visto con ojos europeos del arquitecto alemán Bruno Taut. Sakaguchi repasa los principales elementos de la cultura japonesa que se consideran definitorios desde el punto de vista europeo y que el escritor desmonta desde su punto de vista cercano y personal. Como japonés, no se siente identificado con esa visión del mundo que reduce drásticamente la diversidad del conjunto para atender únicamente a lo anecdótico y pintoresco. Su percepción descreída, su análisis mordaz, ilumina esa otra cara de la realidad que no interesa al viajero displicente. "Apenas poseo conocimientos de la cultura antigua japonesa", nos espeta Sakaguchi, y nos recuerda que ha nacido "en Niigata, la ciudad más vulgar de Japón según Taut, y amo la avenida que va de Ueno a Ginza, llena de neones, que él desprecia".

"Sobre la decadencia" y "Más sobre la decadencia" fueron escritos en 1946, en los meses siguientes a la rendición. En ellos el autor incide en el momento crucial que atraviesa su país y se nutre de las propias experiencias vividas durante la contienda. Sin un ápice de complacencia, Sakaguchi abomina del presunto espíritu de sacrificio de un país que ha acabado derrotado y humillado. Cuestiona la competencia y la voluntad de los políticos y del ejército, y lo que resulta del todo sorprendente, la autoridad y capacidad del mismísimo emperador. También reconsidera la severidad y devoción de sus compatriotas: "¿Acaso no son ya estraperlistas los héroes kamikazes y nuevos aires hinchen los corazones de las viudas?".

Sakaguchi propone decaer para levantarse, bajar hasta las hondas simas para renacer como pueblo. Su visión pesimista de la realidad no le impide alumbrar un hálito de esperanza. Pese a la amarga perspectiva de un pueblo descompuesto y arrasado, el autor insiste en seguir adelante, no a pesar del dolor, sino insistiendo en él; no dando la espalda a la amargura y al deterioro, sino indagando en ellos para renacer como seres humanos completos.   

Como apunta Iván Díaz Sancho en el prólogo de Sobre la decadencia, Sakaguchi Ango "nos ofrece una alternativa muy seductora de un nacionalismo casi invisible, pero no deja de ser un autor embarcado en la tarea de redefinir el carácter nacional". Este "carácter contradictorio lo convierte en indispensable", como indispensable resulta este libro para adentrarse firmemente en la realidad viva de la cultura japonesa.

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