Coosur Betis - Monbus Obradoiro

El Coosur Betis renueva plaza en el purgatorio (76-87)

  • El equipo de Plaza vuelve a perderse en sus desvaríos y encadena su sexta derrota consecutiva ante un igual como el Obradoiro

  • La eclosión de Evans, con 27 puntos, no bastó para un equipo sin fe ni plan

El escolta letón Dairis Bertans se topa con Ellenson.

El escolta letón Dairis Bertans se topa con Ellenson. / Raúl Caro (Efe)

El purgatorio. Ese “lugar donde se pasa la vida con trabajo y penalidad”. Ahí es donde parece que va a renovar su plaza el Coosur Betis en esta Liga Endesa. El Monbus Obradoiro, otro destinado a sufrir, también derrotó en San Pablo a los verdiblancos (76-87), que encadenan su sexto revés consecutivo para atornillarse en el último puesto de la tabla y con un calendario inquietante por delante.

Y si inquieta el futuro inmediato, es por el bajo desempeño del grueso que dirige un atribulado Joan Plaza. La explosión ofensiva de Shannon Evans no bastó ni pudo ocultar el decepcionante papel que recitaron los Carrington, Vitto Brown o Agbelese.

Todorovic y Burjanadze dieron la cara, sí, pero bajo una línea irregular que les impidió llevar a victoriosa la fantástica aportación en ataque –en defensa fue otro cantar– de Evans: 27 puntos, 9 de 12 en tiros de dos más cuatro rebotes.

El ala-pívot georgiano apareció al principio, posteando y haciendo así que los gallegos tuvieran que repartir sus atenciones entre Evans y la pintura, y también cuando queman las papas, en los últimos minutos. Ahí le puso corazón y a su rebufo entraron Evans y Bertans. Y después de que un triple del lituano Beliauskas pusiera un peligroso 60-67 a falta de 6:24, con el agravante de que el Betis se metió en las cinco faltas con cinco minutos por delante, los verdiblancos forzaron dos pérdidas del Obradoiro que obraron un parcial de 12-3 para un 72-70 a falta de 2:43.

Entonces fue cuando San Pablo rugió de verdad y se dispuso a llevar en andas a los suyos. Pero de nuevo se tiró al callejón su Betis, como tantas veces. La mala defensa a los hombres del perímetro gallego, una constante en el partido, descerrajó las ilusiones verdiblancas con dos lanzamientos seguidos del anárquico Robertson más otro de Hobbs desde la esquina que sonó a sentencia: 76-81 a falta de 39,9 segundos.

Mientras que el Monbus, más rápido de pies y circulación de balón para granjearse buenos tiros, se la jugó desde fuera y acertó –también Birutis apareció por dentro en los instantes decisivos–, el Betis fue un manojo de nervios, puro desquiciamiento a la hora de mirar al aro contrario. Hasta Todorovic, un jugador sereno y que suele elegir buenas opciones movido por su calidad innata, se está dejando arrastrar por el paroxismo colectivo. Debe salir de ese enredo cuanto antes el pívot montenegrino, quien es el jugador franquicia de la plantilla, el amo de las llaves.

La esperada eclosión de Evans no valió para nada. De nada vale el triunfo personal en un equipo tan necesitado de reafirmar sus conceptos colectivos. Su trazo. Fue el único que jugó realmente al baloncesto en los dos primeros cuartos. De uno y otro equipo. Por fin. Ni Hobbs, ni Robertson ni luego Zurbriggen fueron capaz de detectar el baile de pies del base estadounidense, que tan pronto penetraba como un diablo como frenaba en seco para afinar desde fuera.

Anotó los siete primeros puntos del Betis, al que sostuvo en un primer cuarto de un nivel ínfimo por parte y parte, con un rosario de pérdidas y un 36% en tiros de campo por parte de los anfitriones y un 25% el Obradoiro: 12-10 tras los primeros diez minutos.

En el segundo cuarto, el banquillo bético apareció con timidez: alguna acción de garra de Agbelese en defensa, algún chispazo de Bleijenbergh. Pero fue un espejismo. A falta de algo más de cinco minutos para el intermedio, el Betis dominaba 22-17, con 12 puntos ya de Evans. Pero lejos de sostener su reacción, los de Plaza, que no terminaban de plantar sus reales en la zona, se volvieron a marear para irse al descanso con igualdad absoluta (34-34).

Evans se fue al intermedio con 17 puntazos, pero apenas jugó en el tercer cuarto. Y nadie de verde y blanco le tomó el testigo. Obradoiro empezó a correr y por fuera, Robertson al fin atinó y con dos triples puso el 48-58, tras un parcial de 5-17, al filo del minuto 30.

Los gallegos volvieron a disfrutar de un +11 al inicio del último cuarto (49-60), justo antes de que Bertans y Evans forzaran los errores que devolvieron la ventaja al Betis (72-70) con casi tres minutos por delante. Lo normal, tras ese parcial de 23-10, hubiera sido que un equipo con fe, determinación y plan sentenciara. Pero este Betis, hoy, añora esas capitales virtudes.

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