Final de la Champions 2022

Salah y la redención

Salah sonríe durante un entrenamiento con el Liverpool.

Salah sonríe durante un entrenamiento con el Liverpool. / Peter Byrne | Europa Press

"Lo que me pasó en 2018 es lo peor que le puede pasar a un futbolista". Habla Mohamed Salah, un futbolista que lleva cuatro años con una espina clavada en el hombro. Ese que se dañó en un lance con Sergio Ramos y que le impidió pasar del minuto 25 en la final de Kiev, el gran punto negro de su carrera. 

Aquella lesión, que le retiró del campo mucho antes de tiempo, terminó con la temporada a nivel de clubes de un futbolista que venía de batir el récord de goles de la Premier League. Hasta los 32 se fue la cuenta de un Salah que superó de esa manera los registros de Luis Suárez en 2014 y Cristiano Ronaldo en 2008. 

Un enganchón con Ramos, al que se criminalizó en Inglaterra, cercenó la final de un Salah que se marchó llorando y que terminó en el hospital. "Lo que sentí ese día no lo había sentido nunca en el fútbol", apuntó esta semana un jugador que, aunque intente evitar usar las palabras venganza o revancha en su vocabulario, tiene muy claro que esta es la mejor final posible para poder difuminar a sus demonios. 

No en vano, el punta africano ya pidió al Madrid antes de que se jugara la vuelta contra el Manchester City. "Mi preferido es el Real Madrid porque perdimos una final contra ellos", explicó Salah desde el césped del Estadio La Cerámica. 

Y los mensajes no pararon ahí. Cuando el árbitro pitó el final en el Santiago Bernabéu y los jugadores del Madrid cayeron rendidos, tras una remontada inverosímil, Salah dio la segunda puntada. "Toca saldar cuentas", manifestó en Twitter. Otro mensaje al madridismo, otro aviso al club de Chamartín. 

Porque aquella lesión con Ramos no significó solo perderse la primera final de Champions de su carrera deportiva, sino también llegar mermado al Mundial de Rusia, el primero de su selección en 28 años. Salah, 'tocado', apenas pudo ayudar a su nación. Marcó dos goles, sí, pero Egipto perdió los tres partidos y se quedó fuera de la Copa del Mundo. Una razón más para enrabietar a uno de los mejores futbolistas del mundo. 

Un jugador que no pudo hacer nada cuando la temporada pasada las lesiones lastraron a su Liverpool de luchar por los títulos y que, en Anfield, también contra el Real Madrid, se topó una y otra vez contra Thibaut Courtois hasta admitir que eran los madridistas lo que tenían que pasar a semifinales. 

Esto es otra historia. Nada se compara a una final. "Todos estamos motivados", aseveró el egipcio. "Le veo supermotivado", matizó su compañero Adrián San Miguel. Cuando una lesión le mandó a la reserva hace apenas doce días, en la final de la FA Cup, las alarmas se encendieron en su cabeza. Por eso se le escaparon lágrimas al abrazarse a Jürgen Klopp y marcharse sustituido en la final de Wembley. Por eso apenas celebró la victoria ante el Chelsea. Su verdadero objetivo era otro. 

Cuando Salah enfiló el pasillo hacia el autobús del equipo y fue preguntado por su presencia en la final se rio. "Por supuesto que estaré". No había otra posibilidad para un jugador que busca en París la rendición.

Terminar con cuatro años de darle vueltas a la noche del 26 de mayo de 2018. Quitarse por fin la espina que Sergio Ramos le clavó en el hombro en la capital ucraniana y que le privó de su primera gran noche de gloria europea. Venganza, revancha, aunque él intente esconderlo.

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