Había que hacer acopio de fuerzas para lo que se veníaencima: montaje de kábilas y cuarteles, arreglo de vestuario y un sin fin de trabajos que no se ven pero que si no se hacen, se nota la falta. Además, y por otra parte, qué mejor ocasión para compartir ilusiones, novedades, proyectos, reencuentros. Así que la Asociación de Moros y Cristianos de Mojácar organizó una cena de convivencia a la que asistieron centenares de socios y familiares de las distintas Kábilas y Cuarteles, tantos que el Centro de Artesanía, improvisado salón de comidas, quedaba pequeño para acoger a cuantos allí se dieron cita.

No faltó de nada. Abundantes manjares, buen humor, amenas conversaciones y, para remate de de detalles, por haber hubo hasta malabarismos espectaculares en los que el fuego jugó un importante papel, como el catering encargado de la elaboración de las viandas servidas al estilo medieval. Moros y cristianos, cristianos y moros, unidos alrededor de mesa y mantel, unos con los atuendos de faena, otros de calle, pero todos con el mismo ánimo que impera en las Fiestas de Moros y Cristianos de Mojácar: reencuentro de culturas y ni vencedores ni vencidos. Este era el ambiente predominante en uno de los capítulos previos al gran final de las Fiestas: el desfile de Moros y Cristianos. Este año, en su 25 aniversario y a las puertas de ser declarado cuando menos Patrimonio Cultural de Andalucía. Por trabajo ya lo merecen.