Copa del rey

Gol había... en la grada y el banquillo (3-4)

  • Exhibición de una mezcla de suplentes y canteranos, que piden a voces y con justicia que se les dé una oportunidad en Liga. La eliminatoria no queda sentenciada por la relajación y los fallos defensivos de siempre.

Si no va más gente a ver al filial rojiblanco que ayer había en el Benito Villamarín, poca diferencia debía de haber. Por lo menos sí que se genera más ilusión en el Mediterráneo para ver a los de Miguel Rivera que en estos dieciseisavos de Copa del Rey. Francisco le quitó varios pupilos al técnico del B y se decidió a alinearlos en la noche de ayer. En un once en el que sólo estaba como titular Verza, Marín repitió participación copera [ya jugó el año pasado en Santander] e Iván Sánchez tenía la oportunidad de demostrar en el primer equipo por qué es la brújula del filial. 

Por la rabia que tienen acumulados los suplentes, por la poca tensión que estaba demostrando el Betis, porque ayer el once de Francisco era de más calidad en la medular que de costumbre o simplemente porque ayer tocaba, el comienzo del Almería fue simplemente magnífico. Mané demostró que desde la frontal está permitido disparar, Iván Sánchez enseñó lo que es un pase en profundidad, Teerasil dejó claro cómo se bate a un portero en el uno contra uno, Corona mostró lo que es mover el balón con sentido, Marín indicó cómo se atacan los balones y como se anticipa uno al adversario... Detalles que diferenciaron el choque de ayer, insulso y ante un Segunda sí, pero jugado con intensidad y sentido, de cualquier otro liguero. El Almería de la primera parte se parecía al del año pasado, con desparpajo, calidad y descaro. Todo eso, unido a la ilusión de quien no considera una simple rutina jugar un partido, de quien sabe que tiene cualidades para cambiar la errática marcha de un equipo sin identidad. 

En menos de media hora, varios suplentes para Francisco dejaron en evidencia su situación. ¿Qué hace Mané, un lateral defensivamente fuerte y que tiene la mejor pierna zurda de la plantilla en la grada? ¿Por qué los dos únicos delanteros que tienen gol, calidad de cara a puerta y potencia en el balón aéreo sólo han jugado los minutos de la basura? ¿Hay que esperar otra vez a la segunda vuelta, cuando ya esté todo casi imposible, para que Corona trate de sacar de nuevo las castañas del fuego? Quizás tengan menos nombre, quizás la fortaleza física no sea su principal virtud, pero tienen otras que las suplen y que el Almería necesite en estos momentos en los que no sabe salir del atolladero liguero en el que está metido. 

Dos jugada ensayadas botadas por Corona, una rasa con dejada atrás de Quique a Mané, y otra con prolongación de cabeza de Édgar que remató en el segundo palo el exdelantero del Guadalajara, acabaron en las mallas de Dani. En la Liga, el balón se pasea ante la mirada de todos, si no acaba en una peligrosa contra rival. Fueron el primer y el tercer gol almeriense. El segundo fue una obra de ingeniería diseñada por Iván Sánchez y rematada por Teerasil. ¿En Liga? Recuérden dónde han ido tantos manos a manos. Ante el Rayo acabaron varios balones en el Puche. 

Después de no haber creado ni una sola ocasión en Granada y fallado lo infallable ante el equipo vallecano, el resultado al descanso, pero sobre todo el juego y las ganas, no parecían las propias de este equipo. El 0-3 hablaba por sí solo. Al descanso no hubo ningún cambio porque nadie merecía salir, lo que sí merece un cambio es el once liguero. La segunda parte comenzó siendo un suplicio para el Betis y terminó siéndolo para el Almería. Édgar se reencontró con las buenas sensaciones para hacer el 0-4 de cabeza y a partir de ahí, los rojiblancos ya tenían sólo la cabeza en Ipurúa. El equipo bajó la intensidad y la defensa flaqueó en el balón parado. Los verdiblancos colgaron tres balones al corazón del área y la eliminatoria se puso 3-4. Después de la gran primera parte, y de un gol injustamente anulado a Dani Romera, ni el Almería se merecía un resultado finalmente tan ajustado, ni Julián se fue con buen sabor de boca después de una cantada en el tanto postrero de Rubén Castro. Pese a estos diez minutos de siesta, Francisco vio que tiene más pólvora de la que pensaba en el banquillo.

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