Nacer Bouhanni (Cofidis) volvió a ganar en la Vuelta a España cuatro años después al imponerse al sprint en la sexta etapa, entre Huércal-Overa y San Javier, con un recorrido llano de 155,7 kilómetros, en la que Rudy Molard (FDJ) mantuvo el maillot de líder.

Bouhanni, de 28 años y ex boxeador en categoría aficionados, levantó los brazos en la meta murciana superando en velocidad a Danny van Poppel (Lotto Jumbo) y Elia Viviani (Quick Step).

Reapareció el corredor de los Vosgos, quien no se lucía en las grandes citas desde 2014, cuando ganó tres etapas en el Giro de Italia y dos en la Vuelta: en San Fernando y Albacete. Un chico a veces temperamental cuya afición al boxeo le ha costado algún disgusto que otro. Por ejemplo, perderse el Tour de Francia y los Juegos de Río 2016 por romperse la mano en una pelea con clientes del hotel en el que se hospedaba con su equipo.

Buen fajador en las rectas de meta, fue el encargado de adjudicarse la segunda oportunidad que ofrecía la Vuelta a los velocistas, en una jornada de calor intenso y relativa tranquilidad en la que los favoritos se agazaparon esperando el regreso de la montaña el domingo en La Covatilla.

Rudy Molard en la sexta etapa de La Vuelta 2018

Molard retuvo el maillot rojo sin mayores complicaciones. La renovación un día más de un sueño que nunca esperaba. Mientras, los favoritos tacharon otro día en el calendario. Todos menos Wilco Kelderman (Sunweb) y Thibaut Pinot (FDJ), que perdieron 1.44 minutos por sendos pinchazos. Un mazazo en una jornada que para ellos no fue de transición.

En la general, Molard mantuvo la ventaja de 41 segundos sobre Michal Kwiatkowski (Sky) y 48 respecto a Emanuel Buchmann (Bora). Alejandro Valverde (Movistar), feliz por entrar en su tierra, sigue quinto y es el primer español, a 53.

Una jornada para velocistas, de esas que requieren escapada consentida y sosiego para los favoritos. El calor puso la dureza y el viento, la histeria del final, que es cuando el pelotón no entiende de treguas.

Para la fuga no podía faltar Luis Ángel Maté (Cofidis), a lo suyo en defensa del maillot de la montaña. Tampoco un corredor modesto de los equipos más anónimos -esta vez el cordobés del Burgos BH Jorge Cubero- y el ex favorito australiano Richie Porte (BMC), en labores de actor secundario.

Maté puntuó en cabeza en el Alto del Garrobillo y del Cedacero (Tercera Categoría), cumpliendo así el objetivo. Pasado Cartegena, con 32 kilómetros hasta San Javier, el marbellí y Porte se dieron palique antes de tirar la toalla. Cubero decidió estirar el sueño unos metros antes de que el pelotón le pasara por encima. Surgió una nueva etapa, y con ella los nervios. Una caída afectó a Victor Campenaerts (Lotto-Soudal) y otros corredores, produciéndose un corte importante en el pelotón.

Kelderman sufrió un pinchazo en el peor momento y le tocó perseguir a bloque con cuatro compañeros, mientras que Pinot se despistó y quedó rezagado. Dos hombres fuertes de la general, lo que alertó al pelotón.

Una persecución estéril para Kelderman, pues el Quick Step puso en marcha el sprint y otros equipos tiraban para alejar al holandés. Matteo Trentin (Mitchelton) saltó de lejos para sorprender, pero Bouhanni, que le seguía la rueda, contestó con una potencia descomunal que lo llevó a su sexto triunfo del año y el tercero en la Vuelta.

Triunfo especial, primero del año en el World Tour, y teniendo en cuenta que una caída en el Tour de Yorkshire le pudo costar la vida. Un traumatismo craneoencefálico le dejó afectada la vista, pero su constancia le permitió volver al primer nivel. Indignado por las "tonterías" que lo tachan de hombre polémico, bajó la guardia para sentirse, por fin, "feliz por volver a ganar en la Vuelta cuatro años después".